Un modelo que busca satisfacer las necesidades humanas dentro de los límites ecológicos del planeta, promoviendo el bienestar social y la sostenibilidad ambiental para todos.
La «economía del donut», concepto desarrollado por la economista Kate Raworth, ofrece un enfoque radicalmente nuevo sobre cómo estructurar la sociedad y la economía. Esta propuesta se basa en la premisa de que la humanidad debe satisfacer sus necesidades básicas sin exceder los límites ecológicos del planeta.
La visualización de este modelo es bastante ilustrativa, donde el donut representa un espacio seguro y justo para la humanidad, el cual busca balancear el bienestar social y la sostenibilidad ambiental.
Gerardo Wijnant, Consultor en Sostenibilidad y Nuevas Economías, aporta una perspectiva interesante sobre este enfoque. En una reciente conversación, Wijnant destacó que «más allá de crecer, es necesario prosperar; la prosperidad tiene que ver con cómo hacemos más vitales los ecosistemas, los espacios, nuestra comunicación y nuestra relación comunitaria».
Según nos explica, la teoría de la economía del donut establece un modelo donde los límites planetarios representan el borde exterior, los cuales no debemos sobrepasar, mientras que el borde interior simboliza el mínimo de necesidades humanas básicas. Este equilibrio busca asegurar un acceso equitativo a recursos esenciales como el agua y la salud, promoviendo una economía que prospere dentro de estos límites.
El modelo se alinea estrechamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en particular con el ODS Nº. 12, que destaca la importancia del uso eficiente de los recursos y la creación de empleos ecológicos. La propuesta de Raworth no solo es accesible, sino que es increíblemente relevante en un contexto donde la desigualdad y la degradación ambiental son cada vez más preocupantes. La economía del donut se presenta como una brújula para guiar nuestras acciones y políticas hacia un futuro más sostenible.
Relación con la Agricultura, Suelos y Agua
La economía del donut tiene un profundo impacto en la forma en que abordamos la agricultura y la gestión de los recursos hídricos y del suelo. La agricultura, un sector clave para satisfacer las necesidades humanas, debe reinventarse para operar dentro de los límites ecológicos. Esto implica adoptar prácticas sostenibles que minimicen la degradación del suelo y el uso excesivo de agua. La idea es asegurar que todos tengan acceso a alimentos suficientes y nutritivos, mientras se preservan los ecosistemas.
Wijnant subrayó la creciente relevancia de implementar prácticas regenerativas en el sector agrícola. Ejemplos de esto son las viñas y la ganadería regenerativa, que han adoptado técnicas que no solo restauran la salud de los suelos, sino que también fomentan la biodiversidad mediante el uso de técnicas biodinámicas y el libre pastoreo. Estas prácticas evidencian un enfoque más colaborativo y sostenible, que beneficia tanto al ecosistema como a las comunidades locales.
Un uso responsable del agua es fundamental dentro de este modelo. Las prácticas agrícolas tradicionales a menudo llevan a un uso excesivo y contaminante de los recursos hídricos. Al aplicar la teoría del donut, se debe promover una agricultura que no solo busque maximizar la producción, sino que también respete los ciclos naturales del agua. El reciclaje de agua, la captación de agua de lluvia y sistemas de riego eficientes son algunas de las estrategias que pueden implementarse para asegurar que las comunidades se mantengan dentro de los límites ecológicos necesarios.
La salud del suelo también es crucial en la economía del donut. El suelo es un recurso vital que no se puede considerar infinitamente disponible. Las prácticas agrícolas sostenibles, como la rotación de cultivos, la agricultura regenerativa y el uso de cultivos de cobertura, pueden ayudar a restaurar la salud del suelo y aumentar su capacidad para retener agua y carbono. Estas prácticas no solo garantizan la producción de alimentos, sino que también contribuyen a la lucha contra el cambio climático.
Ámsterdam, pionera en la implementación de la economía del donut, ha trazado un camino hacia una economía circular sostenible que puede servir como modelo. Con el objetivo de lograr una economía completamente circular para 2030, la ciudad está llevando a cabo iniciativas para compartir, reparar y reutilizar productos. Este enfoque no solo disminuye la presión sobre los recursos naturales, sino que también fomenta una cultura de sostenibilidad que se puede replicar en otros lugares.
En el ámbito internacional, países como Bélgica, Alemania y Australia han comenzado a aplicar principios de la economía del donut en sus políticas públicas. Estas naciones buscan establecer objetivos claros para reducir la pobreza, proteger el medio ambiente y promover la justicia social, utilizando la teoría del donut como guía para construir economías más resilientes y justas.
Otro aspecto fundamental es la reducción del desperdicio alimentario y la promoción de prácticas agrícolas que no solo aborden la eficiencia, sino que también mejorenel bienestar social. Por ejemplo, varios países han impulsado iniciativas para redistribuir excedentes alimentarios a poblaciones vulnerables, asegurando que se minimice el desperdicio al mismo tiempo que se combate la inseguridad alimentaria.
También se han observado cambios en la política agraria que promueven la transición hacia una agricultura regenerativa. Esto incluye subsidios para prácticas que restauran ecosistemas, así como marcos legales que apoyan el uso de técnicas que mejoran la salud del suelo y fomentan la biodiversidad. Estos cambios buscan no solo satisfacer las necesidades alimentarias actuales, sino también garantizar que las futuras generaciones tengan acceso a recursos suficientes y saludables.
Wijnant enfatiza que la adopción de la economía del donut por parte de diversas naciones y ciudades es un paso hacia un futuro más sostenible, donde la cooperación y la búsqueda de un propósito común son esenciales. Indicó que es crucial repensar nuestras interacciones con la naturaleza y entre nosotros mismos: “Cuando tomamos decisiones económicas, debemos considerar cómo afectan no solo nuestras cuentas bancarias, sino también nuestro entorno y nuestras comunidades”.
A medida que más gobiernos y empresas reconocen la necesidad urgente de un cambio, la economía del donut se convierte en una guía imperativa. Esta teoría propone un modelo que enseña a las organizaciones y estados a mirar más allá del crecimiento económico convencional y enfocarse en satisfacer las necesidades humanas dentro de las fronteras de la sostenibilidad del planeta.
La adopción de principios de la economía del donut se está convirtiendo en una respuesta necesaria para los desafíos globales que enfrentamos. La comunidad internacional está llamada a considerar este enfoque, adaptándose a las necesidades de sus contextos específicos, pero siempre con la premisa de que la prosperidad y el bienestar deben ir de la mano con la protección de nuestro entorno natural.
Por lo tanto, la economía del donut representa no solo una teoría, sino un cambio de paradigma que invita a todos a participar en la construcción de un futuro más equitativo, justo y sostenible para las próximas generaciones. Con liderazgo, innovación y colaboración, podemos encontrar formas de prosperar dentro de estos límites ecológicos, al mismo tiempo que garantizamos que todas las personas tengan acceso a una vida digna y satisfactoria.