Nuevas variedades de frutas y hortalizas abren camino a una agricultura resiliente

12-06-2025

Innovación genética, biotecnología y mejoramiento vegetal permiten enfrentar sequías, altas temperaturas y suelos salinos. Chile y América Latina se posicionan como protagonistas de esta transformación.


En un contexto donde el cambio climático altera profundamente los ecosistemas agrícolas, la ciencia avanza hacia soluciones concretas. Nuevas variedades de frutas y hortalizas resistentes a condiciones extremas, como altas temperaturas, sequías prolongadas y suelos salinos, están marcando el camino hacia una agricultura resiliente. Esta transformación, clave para asegurar la seguridad alimentaria, se enmarca en una estrategia más amplia: la resiliencia climática, tema central de este mes en GreenNetwork.


La resiliencia climática consiste en la capacidad de los sistemas naturales y productivos para adaptarse a los efectos del calentamiento global y recuperarse ante fenómenos extremos. En el sector agroalimentario, esto significa garantizar cultivos capaces de sobrevivir en entornos cada vez más hostiles, sin agotar los recursos naturales.


En Chile, el proyecto “Planta-Con-Ciencia”, liderado por el Centro de Biología Molecular Vegetal de la Universidad de Chile, trabaja en el desarrollo de tomates y kiwis que toleren mejor la salinidad y la escasez de agua mediante herramientas de edición genética como CRISPR/Cas9. El equipo se centra en la variedad nacional de tomate "Poncho Negro", originaria del Valle de Azapa, que ha mostrado una alta resistencia a metales pesados y salinidad. La meta es lograr portainjertos adaptados que beneficien la producción nacional frente al avance de la sequía.


“A través de este proyecto buscamos aportar a una agricultura sustentable, utilizando la biotecnología para mejorar especies frutales de un alto valor económico para nuestro país. Herramientas de edición genética nos permitirán obtener kiwis y tomates que requerirán menos agua, lo que permitirá ahorrar este recurso y adaptarnos a las condiciones generadas por la sequía y el aumento de la salinidad”, explica Claudia Stange, investigadora del Centro de Biología Molecular Vegetal de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile y directora del proyecto.


En paralelo, un esfuerzo global coordinado por el OIEA y la FAO ha desarrollado nuevas variedades de arroz y judía verde “resistentes al clima”. Gracias al uso de la tecnología nuclear, se identificaron genes vinculados a la tolerancia al calor y se aceleró su mejora genética. Estos cultivos ya están en uso en países como Cuba, donde la variedad de arroz “Guillemar” ha incrementado el rendimiento en un 10%.


Según Fama Sarsu, científica del OIEA, “la adaptación de los cultivos a las variaciones del clima es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional”. Agrega que “nuestra investigación colaborativa supone un gran paso adelante para lograr la adaptación de los cultivos al cambio climático”.


Fitomejoramiento, diversidad genética y sostenibilidad


Junto a la ingeniería genética, el fitomejoramiento tradicional sigue siendo una herramienta esencial. Investigadores y empresas agrícolas han generado nuevas frutas y hortalizas con mayor tolerancia al estrés abiótico. Uno de los ejemplos más destacados es Cherry Cupid, una variedad de cereza que requiere menos horas de frío para su floración, lo que la hace especialmente apta para inviernos más cálidos. 


En melones, las variedades Supermelon y Flavorific, desarrolladas por la Universidad de Texas A&M, presentan raíces más profundas, lo que les permite absorber agua de capas más hondas del suelo y depender menos del riego intensivo. 


Por su parte, en cultivos de raíz, se están desarrollando zanahorias experimentales tolerantes a suelos salinos, mediante cruces con variedades silvestres resistentes, mientras que en el caso de la papa, se investigan genes que permiten su supervivencia frente a sequías e incluso inundaciones, especialmente en variedades adaptadas al sur de Estados Unidos.


En el caso de los cultivos hortícolas, la empresa de semillas Rijk Zwaan ha desarrollado variedades de coliflor con resistencia genética a la hernia de las crucíferas (Pb Defense), un problema creciente asociado al aumento de las temperaturas entre otros factores. Estas coliflores combinan un ciclo de cultivo corto, cosecha uniforme y menor necesidad de productos fitosanitarios, convirtiéndose en una opción más saludable y sostenible para productores que enfrentan estrés climático en sus campos.


Estas innovaciones no solo permiten mantener la producción frente al cambio climático, sino que también reducen la presión sobre el agua y el uso de agroquímicos, aportando a una agricultura más sostenible.


El cambio climático exige soluciones multidisciplinarias, y la ciencia ya está generando respuestas tangibles. A través de nuevas variedades adaptadas y tecnologías aplicadas al campo, la resiliencia climática agrícola se convierte en una realidad creciente en América Latina. Chile, con sus condiciones desafiantes y su capacidad científica, tiene la oportunidad de liderar esta transformación hacia un modelo agroalimentario más resistente, eficiente y alineado con los objetivos de sostenibilidad.




Más Noticias