Producción animal sostenible: eficiencia, bienestar y menor impacto ambiental

18-12-2025

En diciembre, en GreenNetwork abordamos los principales desafíos y avances de la producción animal frente a la creciente demanda de alimentos, el cambio climático y la necesidad de reducir la huella ambiental sin comprometer la seguridad alimentaria ni el bienestar animal.


La producción animal ocupa hoy un lugar central en el debate sobre sostenibilidad global. No solo por su rol estratégico en la seguridad alimentaria y nutricional, sino también por su impacto ambiental, su relación con el cambio climático y su peso social y económico en millones de territorios rurales. Frente al crecimiento sostenido de la demanda de proteína animal, producir de manera responsable, eficiente y con menor huella se ha convertido en una prioridad ineludible para el sector agropecuario.


Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la ganadería aporta cerca del 40% del valor mundial de la producción agrícola y sustenta los medios de vida y la seguridad alimentaria y nutricional de aproximadamente 1.300 millones de personas en el mundo. Al mismo tiempo, el sector enfrenta el desafío de reducir su impacto ambiental, considerando que las cadenas de suministro ganaderas generan alrededor de 7,1 gigatoneladas de CO₂ equivalente al año, lo que representa el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano.


Este escenario plantea una tensión evidente: la producción animal es indispensable para los sistemas alimentarios, pero su crecimiento sin una adecuada gestión puede profundizar problemas ambientales, sanitarios y sociales. De ahí que organismos internacionales, gobiernos, centros de investigación y el propio sector productivo estén impulsando una transformación hacia modelos más sostenibles y eficientes.


Ciencia, eficiencia y bienestar animal como pilares de la sostenibilidad


La FAO ha sido enfática en señalar que existe un amplio margen para mejorar las prácticas del sector ganadero, de modo que sean más sostenibles desde el punto de vista económico, social y ambiental. Sus programas de apoyo se concentran en áreas como la genética, la nutrición, el manejo productivo, la salud y el bienestar animal, la reducción del uso de antimicrobianos, la trazabilidad y la integración del ganado en sistemas agroecológicos.


Uno de los elementos clave en esta transición es el bienestar animal, entendido no solo como una responsabilidad ética, sino también como un factor directamente relacionado con la eficiencia productiva. Garantizar condiciones adecuadas de alimentación, acceso al agua, manejo sanitario y respeto por los comportamientos naturales de los animales contribuye a mejorar su salud, reforzar el sistema inmunológico y reducir la necesidad de tratamientos veterinarios, lo que se traduce en sistemas más eficientes y sostenibles.


La evidencia científica respalda este enfoque. Investigaciones desarrolladas por centros tecnológicos como NEIKER han permitido establecer indicadores objetivos de bienestar animal y desarrollar herramientas innovadoras para su evaluación en sistemas comerciales, demostrando que una mejor gestión del bienestar repercute positivamente en la productividad y en la reducción del impacto ambiental. A esto se suma el avance de certificaciones basadas en ciencia, como Welfair®, que permiten identificar productos provenientes de sistemas que aplican mejoras continuas en bienestar animal, fortaleciendo la confianza de los consumidores y elevando los estándares del sector.


En Chile, la producción animal avanza hacia modelos más responsables principalmente a través de un marco regulatorio y técnico que busca resguardar el bienestar animal, la sanidad y la trazabilidad. El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, es la autoridad encargada de velar por el bienestar de los animales de producción a lo largo de toda la cadena productiva, incluyendo producción, transporte y faena, en cumplimiento de la Ley N° 20.380 sobre Protección de los Animales y sus reglamentos asociados. Esta normativa, vigente desde 2009, establece obligaciones concretas para la producción industrial, el transporte y el sacrificio de animales, alineadas con los estándares de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA, ex OIE).


Este enfoque regulatorio se complementa con acciones de fiscalización y fortalecimiento técnico. Durante los últimos años, el SAG intensificó las inspecciones vinculadas al bienestar animal en distintos sistemas productivos, reforzando el cumplimiento normativo y la mejora continua de las prácticas pecuarias. En paralelo, instituciones como el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) han incorporado el bienestar animal y la eficiencia productiva dentro de sus líneas de investigación y formación, mientras que sectores productivos organizados, como el cárnico, han desarrollado programas y manuales de buenas prácticas para responder a las exigencias de los mercados internacionales. En conjunto, estas acciones reflejan cómo el bienestar animal y la sostenibilidad se han convertido en factores estratégicos para la competitividad y proyección del sector pecuario chileno.


Reducir la huella ambiental sin comprometer la seguridad alimentaria


Desde la perspectiva climática, aumentar la eficiencia de las cadenas de suministro ganaderas es una de las principales vías para limitar el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Banco Mundial ha orientado sus inversiones ganaderas hacia modelos climáticamente inteligentes, donde un promedio del 61% del financiamiento reciente está vinculado directamente a cobeneficios climáticos, integrando mitigación y adaptación al cambio climático.


Estos enfoques promueven mejoras en la eficiencia alimentaria, el equilibrio de las raciones, el manejo del estiércol, el secuestro de carbono en suelos, el uso de energías renovables y la adopción de tecnologías energéticamente eficientes. Experiencias como el Programa de Desarrollo Ganadero Sostenible de Kazajistán muestran que es posible aumentar la producción de carne de vacuno y, al mismo tiempo, reducir de forma absoluta las emisiones de GEI mediante mejores prácticas de manejo y pastoreo.


A nivel global, el debate también ha puesto el foco en la necesidad de asegurar que estas transformaciones sean inclusivas. La FAO y el Banco Mundial coinciden en que los pequeños productores y pastores, alrededor de 500 millones de personas en todo el mundo, deben ser parte activa de esta transición, considerando que la ganadería es, en muchos territorios, la única forma sostenible de convertir recursos naturales en alimentos, ingresos y resiliencia para comunidades vulnerables.


La producción animal responsable, eficiente y con menor huella no es una aspiración futura, sino una condición necesaria para sostener los sistemas agroalimentarios en el tiempo. Los datos muestran que es posible avanzar hacia modelos productivos que reduzcan emisiones, mejoren el bienestar animal y fortalezcan la eficiencia, sin comprometer la seguridad alimentaria ni los medios de vida de millones de personas. La clave está en la ciencia, la innovación, la cooperación público-privada y políticas que permitan que estas soluciones lleguen a todos los territorios. En ese equilibrio entre productividad, cuidado ambiental y responsabilidad social se juega el futuro de la producción animal y su aporte a un desarrollo verdaderamente sostenible. 




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