Los hongos en la agricultura: Aliados y desafíos para un futuro sustentable

23-07-2025

Aliados clave como las micorrizas o los hongos trichoderma, son vitales en la agricultura. Conoce quiénes los utilizan en Chile, innovando para una producción sostenible.

En el mundo de la agricultura, los hongos desempeñan un papel crucial, actuando como aliados esenciales para la productividad de los cultivos en algunos casos, mientras que en otros pueden ser amenazas que afectan la salud de las plantas. Su importancia radica en su capacidad para interactuar con los ecosistemas agrícolas, potenciando la fertilidad del suelo o, cuando se conocen adecuadamente, permitiendo evitar pérdidas significativas como plagas.


En este contexto, los hongos micorrízicos y los Trichoderma son un pilar fundamental de la agricultura sostenible, y empresas como Myconativa y Bionativa están demostrando, a través de la ciencia aplicada, cómo estos microorganismos pueden transformarse en herramientas innovadoras para el sector.



Hongos benéficos: Fertilizantes naturales del suelo


Estos microorganismos establecen relaciones simbióticas con las plantas, mejorando la absorción de nutrientes y agua, promoviendo el crecimiento y fortaleciendo la resistencia a estreses ambientales.


Las micorrizas, en particular, forman una asociación mutualista con las raíces de aproximadamente el 80% de las plantas terrestres, incluyendo cultivos agrícolas como maíz, tomate y trigo. A través de sus hifas, que son filamentos delgados que forman el cuerpo principal del hongo, conocido como micelio, los hongos extienden el alcance del sistema radicular, permitiendo a las plantas acceder a fósforo, nitrógeno, zinc y otros nutrientes esenciales que, de otro modo, serían inaccesibles.


Entre los beneficios más destacados de las micorrizas están:



Mayor absorción de nutrientes: Pueden reducir hasta un 80% la necesidad de fertilizantes fosfóricos, al aumentar la disponibilidad de fósforo y otros minerales como potasio, calcio y hierro.


Resistencia a patógenos: Las micorrizas inducen mecanismos de defensa en las plantas, protegiéndolas contra hongos patógenos como Fusarium, Phytophthora y nematodos.


Tolerancia al estrés: Mejoran la capacidad de las plantas para soportar sequías, salinidad y otros factores adversos, contribuyendo a la estabilidad de los cultivos en condiciones desafiantes.


Conservación del suelo: Estabilizan el suelo, previenen la erosión y reducen la lixiviación de nutrientes, promoviendo la sostenibilidad del ecosistema.


Por su parte los hongos Trichoderma, normalmente conocidos como controladores biológicos, también poseen una inducción de la actividad de raíces, produciendo metabolitos que promueven el desarrollo radicular y la absorción de nutrientes, además de solubilizar elementos como el fósforo y el hierro.


Eduardo Donoso, Director de Investigación y Desarrollo en BioInsumos Nativa nos comenta "Su presencia en la rizósfera también induce resistencia a estrés abiótico y defensa contra patógenos. En un estudio reciente, se aplicó Centeon Max, compuesto por cepas nativas de Trichoderma, a plantas de trigo con y sin estrés hídricos, en las que se analizó la expresión génica, mostrando que plantas tratadas con Centeon, activaron vías metabólicas, de tolerancia al estrés, por mejoras en la eficiencia de transporte y uso del agua, distintas a las que las plantas bajo estrés que transformaron reservas de carbono en solutos, esto permite que las plantas soporten consumiciones estresantes sin perder reservas".


Donoso nos explica que en Chile existen varios productos en base a Trichoderma solos y en combinación con otros organismos como Bacillus, siendo relativamente su uso a través de sistemas de riego,


"Dado que Trichoderma no establece una asociación intracelular, como la que ocurre en las micorrizas , es posible aplicarlo en cualquier estadio y edad de las plantas.“ nos complementa.


Resultados raíces con CTMAX


Hongos como plagas: Un desafío para la productividad


No todos los hongos son benéficos. Algunos actúan como patógenos, causando enfermedades que afectan gravemente los cultivos. Hongos como Fusarium, Rhizoctonia, Verticillium y Phytophthora son responsables de pérdidas significativas en la agricultura, al infectar raíces, tallos y hojas, y reducir el rendimiento de los cultivos. Además, ciertos hongos producen micotoxinas, como las aflatoxinas, que contaminan granos y nueces, representando un riesgo para la seguridad alimentaria. La FAO estima que el 25% de las cosechas mundiales se ven afectadas por estas toxinas, lo que subraya la importancia de su control.


El manejo de hongos patógenos ha dependido tradicionalmente de fungicidas químicos, pero su uso excesivo ha generado problemas como la contaminación del suelo, la pérdida de biodiversidad microbiana y la resistencia de los patógenos. Esto ha impulsado la búsqueda de alternativas sostenibles, como el uso de hongos benéficos y prácticas agroecológicas.


Micorrizas: El pilar de la agricultura sustentable


Las micorrizas, especialmente las arbusculares, son consideradas uno de los avances más prometedores en la agricultura ecológica. Estas asociaciones simbióticas, que datan de hace más de 400 millones de años, permiten a las plantas intercambiar carbohidratos por nutrientes que los hongos obtienen del suelo.


Este proceso no solo mejora la nutrición de las plantas, sino que también fortalece la estructura del suelo y fomenta la biodiversidad microbiana. En México, por ejemplo, se han identificado 70 especies de micorrizas, aunque muchas aún no han sido estudiadas a fondo para su aplicación comercial.


La inoculación con micorrizas en viveros o campos ha demostrado aumentar la supervivencia de plántulas, mejorar el crecimiento de cultivos y reducir la dependencia de fertilizantes químicos, alineándose con los objetivos del Pacto Verde Europeo, que busca reducir el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos en un 50% y 20%, respectivamente, para 2030. Sin embargo, su eficacia depende de prácticas agrícolas que minimicen el uso de agroquímicos y el laboreo excesivo, ya que estos pueden dañar las redes de micelio.


Myconativa: Ciencia chilena al servicio de la agricultura


En Chile, la empresa Myconativa, liderada por la Dra. Paula Aguilera, ha revolucionado el uso de micorrizas en la agricultura. Nce con el apoyo de la Universidad de La Frontera y respaldada por el centro de investigación BIOREN-UFRO, Myconativa desarrolla biofertilizantes basados en hongos micorrízicos, siendo la primera iniciativa de este tipo en el país. Desde su creación en 2017, tras una colaboración con la empresa Concha y Toro, Myconativa ha llevado la investigación científica al mercado, ofreciendo productos que mejoran la salud de los cultivos y promueven la sostenibilidad como el Yegun Nativa.


Con sede en Freire, región de La Araucanía, Myconativa opera a nivel nacional e internacional, incluyendo mercados como Perú. Su equipo de 12 personas trabaja en la producción y extracción de hongos, combinando investigación y desarrollo con aplicaciones prácticas. La empresa ha recibido recientemente un proyecto CORFO para expandir sus formulaciones, consolidándose como un referente en la biotecnología agrícola. La Dra. Aguilera destaca que esta iniciativa no solo busca optimizar la producción, sino también preservar la biodiversidad del suelo, demostrando que la ciencia puede ser un motor de cambio hacia una agricultura más resiliente y ecológica.


Un futuro con hongos: Hacia una agricultura sostenible


La dualidad de los hongos en la agricultura —como aliados y como plagas— resalta la importancia de un manejo integrado que combine el control biológico con prácticas sustentables. Las micorrizas, junto con iniciativas como Myconativa, representan una oportunidad para reducir la dependencia de agroquímicos, mejorar la productividad y proteger los ecosistemas. A medida que el cambio climático y la presión por la seguridad alimentaria aumentan, el estudio y la aplicación de hongos benéficos serán clave para construir un futuro agrícola más sostenible.


Foto portada y CTMAX gentileza BioNativa.


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