Energía solar en el campo: ¿es viable para todos?
-600x338.jpg)
La electricidad solar se duplicó en tres años y lidera el crecimiento global. En Chile, el agro comienza a adoptarla con fuerza, pero aún enfrenta barreras de entrada.
En 2024, la electricidad solar alcanzó un nuevo récord mundial: más de 2.000 TWh generados, duplicando su producción en apenas tres años. Fue la fuente de energía de más rápido crecimiento por vigésimo año consecutivo y, por tercer año, la que más nueva capacidad aportó a la matriz energética global. Así lo confirma el informe Global Electricity Review 2025, elaborado por Ember, que revela un cambio estructural en la forma en que el mundo está produciendo su electricidad: limpia, renovable y descentralizada.
Este fenómeno también está llegando al campo chileno. La combinación entre el aumento sostenido de las tarifas eléctricas, las exigencias de sostenibilidad en los mercados internacionales y los beneficios técnicos de la fotovoltaica ha llevado a muchos agricultores a considerar la energía solar como parte de sus operaciones. Pero, ¿es realmente una alternativa viable para todos los productores?
Avances en el agro chileno: casos concretos y primeras señales
En las regiones del Maule y Ñuble, Empresas Iansa y Enel X implementaron una de las iniciativas más ambiciosas hasta ahora: la instalación de más de 2.200 paneles solares sobre campos agrícolas con riego tecnificado.
El sistema, con una capacidad de 1,5 MWp, cubre el 100% de la demanda eléctrica de las operaciones agrícolas de ambas regiones, evita la emisión de 485 toneladas de CO₂ al año y reduce los costos energéticos en al menos un 20%. Además de beneficios económicos, este tipo de sistemas permiten abastecer completamente las operaciones de riego, reduciendo la dependencia de la red eléctrica y aumentando la autonomía energética de los predios.
En Coquimbo, 68 agricultores del sector Los Choros, dedicados a la agricultura familiar campesina, accedieron a sistemas solares para riego gracias a un proyecto cofinanciado por INDAP y el Ministerio de Energía. Esta iniciativa, con una inversión que superó los $800 millones, permitió la electrificación autónoma de más de 90 hectáreas, eliminando el gasto en electricidad convencional y fortaleciendo la autonomía energética en una zona rural aislada.
Proyectos como estos demuestran que la energía solar es técnicamente viable, adaptable a distintos tamaños de producción y una respuesta concreta frente a desafíos estructurales del agro chileno, como la escasez hídrica, los altos costos de energía y la necesidad de descarbonizar procesos.
Costos, subsidios y retorno: el punto crítico
La principal barrera de entrada sigue siendo la inversión inicial. El costo de los sistemas solares puede variar ampliamente según la tecnología, la capacidad, la marca y el tipo de instalación. Por eso, es fundamental realizar una evaluación técnica y económica previa, comparando distintas opciones para asegurar una buena relación entre calidad y rendimiento. Aunque requieren una inversión inicial, los paneles solares tienen bajos costos de mantenimiento y generan ahorros significativos a largo plazo en las facturas eléctricas, especialmente en operaciones agrícolas con alto consumo energético. Además, su vida útil promedio supera los 20 años, lo que los convierte en una solución sólida para la autonomía energética del agro.
Para facilitar la adopción de esta tecnología, existen múltiples mecanismos públicos de apoyo financiero. INDAP, por ejemplo, ofrece cofinanciamiento de hasta un 40% en proyectos de riego que integren sistemas fotovoltaicos. Por su parte, la Comisión Nacional de Riego (CNR), a través de la Ley 18.450, permite cubrir hasta el 70% del costo de inversión en obras energéticas vinculadas al riego tecnificado. En paralelo, instituciones como SERCOTEC y Corfo disponen de garantías para acceder a subsidios y créditos en energías renovables, lo que amplía las opciones de financiamiento para productores de distintas escalas.
Con estos apoyos, el retorno estimado de la inversión podría bajar de 8 a unos 5–6 años. En predios con altos consumos energéticos o en zonas donde la red eléctrica es débil o costosa, el ahorro puede ser aún más significativo.
Sostenibilidad agrícola y transición energética
Más allá del retorno económico, la energía solar representa un paso clave hacia un modelo agrícola más resiliente y sostenible. El uso de fotovoltaica en sistemas de riego, cámaras de frío o centros de acopio reduce la dependencia de combustibles fósiles, mejora la trazabilidad ambiental de la producción y permite cumplir con estándares exigidos por mercados como Europa o Norteamérica, donde la huella de carbono comienza a condicionar el ingreso de productos frescos.
Chile, con una de las mayores radiaciones solares del planeta, especialmente en zonas agrícolas del norte y centro del país, tiene un potencial excepcional. La oportunidad está en combinar ese potencial con políticas públicas activas, financiamiento accesible y asesoría técnica, para que no solo grandes empresas, sino también pequeños y medianos productores, puedan sumarse a la transición energética.
La energía solar en el campo ya no es una promesa a futuro, sino una herramienta concreta que se está desplegando con éxito en distintas regiones del país. Los datos globales confirman su liderazgo como fuente energética limpia, mientras que los casos locales muestran su adaptabilidad al agro chileno. Con la combinación adecuada de voluntad política, acceso a financiamiento y apoyo técnico, la energía solar puede ser, para muchos agricultores, la llave hacia un modelo más eficiente, autónomo y sostenible.