Día Mundial del Comercio Justo: El retail como oportunidad para la fruticultura

Columna de opinión de Marco Coscione, Consultor en Sostenibilidad y Experto en Comercio Justo.
Cada segundo sábado de mayo, se celebra el “Día Mundial del Comercio Justo”. Esta fecha aún no ha sido establecida a nivel de Naciones Unidas; sin embargo, cada año, el movimiento nos invita a reflexionar sobre la necesidad de construir y fortalecer relaciones comerciales, locales e internacionales, más equitativas y responsables.
Productores agrícolas, artesanos, pescadores artesanales, trabajadores rurales e incluso mineros organizados, al comienzo de las cadenas de valor globales, nos recuerdan las injusticias y desigualdades que aún sufren para vivir dignamente de su principal actividad económica. Al otro lado de la cadena, importadoras y empresas, cooperativas de consumidores, tiendas de comercio justo, supermercados, e incluso escuelas, universidades, administraciones locales o nacionales y, en general, consumidores responsables, buscan mantener vivo el necesario compromiso y activismo que, desde la segunda posguerra del siglo pasado, ha caracterizado el enfoque de desarrollo multistakeholders, multidimensional y multinivel de este importantísimo movimiento socioeconómico internacional.
La sostenibilidad integral de las cadenas de suministro globales, el respeto y la promoción de los derechos humanos y laborales, así como la corresponsabilidad de todos los actores económicos involucrados, especialmente frente a los enormes desafíos del calentamiento global y sus efectos en el clima, son características fundamentales del enfoque de desarrollo del comercio justo.
Cuando la gran mayoría de las empresas aún no hablaban de sostenibilidad (ni la practicaban), los actores de este movimiento la hicieron realidad a través de acciones concretas: a) relaciones comerciales transparentes, estables y de largo plazo, entre pequeños productores organizados y compradores; b) el pago de un precio justo que dignifique el trabajo; c) el pago de un premio social para la inversión comunitaria ahí donde las políticas públicas de los Estados aún no llegan; d) y un enfoque transversal de solidaridad económica, cooperativismo, desarrollo de capacidades, liderazgo femenino y sostenibilidad ambiental.
Una sociedad basada en el consumo solo podrá cambiar si cambiamos los patrones de consumo y, con ellos, los patrones de distribución y producción. Los desafíos, en este sentido, siguen siendo múltiples. Desde este largo y angosto rincón del mundo, solo quiero recordar uno: la deuda que el mundo del retail chileno aún tiene con el comercio justo.
Si en Europa o Norteamérica los supermercados han sido actores clave para masificar las ventas de productos certificados Fair Trade, en América Latina su presencia y participación aún no se concreta. En Chile, ningún supermercado ha levantado la bandera del comercio justo como un pilar fundamental de sus estrategias de sostenibilidad a lo largo de las cadenas de valor; a pesar de que cada vez más consumidores reclaman información más detallada del tipo de producción y quieren protagonizan un consumo más responsable.
“Los productos de comercio justo son muy caros para el consumidor chileno”, es uno de los clásicos argumentos que escuché en el mundo del retail chileno. Sin embargo, solo para dar un ejemplo, en el país se venden bananos convencionales a granel más caros que los bananos Fairtrade en el Reino Unido.
Un kilo de bananos a granel convencionales en el Jumbo se vende a 1.590 pesos, que corresponden a 1,27 libras esterlinas. Mientras que un kilo de bananos Fairtrade a granel, en el supermercado Sainsbury’s se vende por 0,90 libras esterlinas.
Cadenas del retail como Cencosud, con presencia en varios países de América Latina, podrían fácilmente promover un nicho de productos Fairtrade e incluso fomentar un enfoque de comercio justo local, no solo internacional. Los productores chilenos de comercio justo podrían ofrecer vino, uva, miel, uva pasa, nueces, entre otros. Los productores latinoamericanos podrían proveer café, cacao, chocolates, azúcar de caña, quinoa, bananos y otras frutas frescas y vegetales. Solo para dar algunos ejemplos.
Sin embargo, aún no se dado el paso hacia verdaderas estrategias de desarrollo del comercio justo en el mundo del retail chileno y latinoamericano; estrategias que incluyan relaciones transparentes, estables y de largo plazo, el pago de un precio justo y los demás criterios de las certificaciones fair trade. ¿Qué falta entonces para que sean una realidad también en Chile?
En este día mundial del comercio justo, por tanto, sigamos apostando por las compras locales, las compras a las organizaciones y cooperativas de artesanos y productores, pero también sigamos exigiendo a las grandes empresas que cambien sus políticas de adquisiciones y se conviertan actores relevantes en la promoción de un comercio justo también en América Latina.