¿Dañará la agenda D.O.G.E. de Trump la transición verde de la agricultura chilena?

Columna de Opinión por Eugenio Liu.
Cuando Trump fué reelecto en enero de 2025, uno de sus primeros actos fue crear el Departamento de Eficiencia Gubernamental (D.O.G.E.), un equipo de choque que promete recortar “gastos derrochadores” por US$ 2 Billones en cuatro años.¹ Aunque los titulares se concentran en las agencias internas de EE. UU., las ondas de choque han llegado con rapidez a América Latina y el Caribe (ALC), región históricamente respaldada por Washington en desarrollo rural, adaptación climática, cooperación científica y financiamiento mixto.
Este artículo desmenuza estas inquietudes, las contrasta con los hechos emanados de Washington en los primeros 100 días del mandato Trump y propone rutas de acción para autoridades y líderes agroindustriales.
Cómo opera D.O.G.E.
Existen dos filtros, no uno.
El mandato de D.O.G.E. es fiscal: cada agencia debe alcanzar la meta de ahorro fijada en el Presupuesto “skinny” 2026. Las partidas de adaptación climática y Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) resultan atractivas: son discretas, impopulares entre la base republicana y —crucial— no ligadas a intereses de seguridad inmediatos.
Paralelamente, la Orden Ejecutiva 14170 ordena eliminar programas que “promuevan ideología de equidad o alarmismo climático”. En la práctica, cualquier contrato o subvención exterior que use términos como “resiliencia climática”, “descarbonización” o “enfoque de género” es marcado por un algoritmo del nuevo Efficient Spending Dashboard.
Congelar, revisar, cancelar.
Desde el 26 de enero, todo nuevo compromiso requiere visto bueno de los auditores D.O.G.E. Las subvenciones plurianuales sólo continúan si se clasifican como “humanitarias vitales” o “críticas para la seguridad estadounidense”. Hasta el momento:
• 199 contratos de asistencia exterior (US$ 250 millones) ya fueron rescindidos.
• El programa Climate Ready Latin America de USAID suspendió desembolsos.
• La Corporación Financiera de Desarrollo (DFC) no aprueba proyectos desde febrero, afectando energía renovable, cadena de frío y capital de riesgo ag tech.
¿Se exageran los temores?
Temor 1: “Y si borramos ‘clima’ o ‘equidad’ de nuestro vocabulario, la plata sigue llegando.”
Veredicto: Aspiracional.
El rebautizo puede ayudar a proyectos ambiguos a salir de la cola — ej., eficiencia hídrica como “productividad”. Pero las partidas presupuestarias ya están condenadas. Ningún eufemismo revive una cuenta de apropiación eliminada por el D.O.G.E. Es decir, no olvidemos que D.O.G.E. fue creado para reducir gastos prometidos por Trump, y ningún cambio de vocabulario reduce la presión por eliminar $2 Billones, de donde sea... y de manera indiscriminada con resultados catastróficos.
Temor 2: “Sin dinero de EE. UU., se paraliza la transición verde chilena.”
Veredicto: Exagerado, pero real.
La agricultura chilena ya diversificó fuentes: bonos verdes soberanos, garantías CORFO, subvenciones UE Horizon y un ecosistema venture doméstico. El recorte D.O.G.E. elimina una pata, no tumba la mesa—si se refuerzan las otras.
Temor 3: “El capital privado encarecido destruirá el ROI sustentable.”
Veredicto: Manejable.
Los tramos concesionales bajan el WACC (Costo de Capital Promedio Ponderado), sí. Pero la emisión verde 2024 de Chile tuvo una sobredemanda 7× y se colocó por debajo de pares OCDE. El mercado premia vías de reducción creíbles. La mayor amenaza es la incertidumbre regulatoria si los organismos públicos paralizan co financiamientos.
Las cifras hablan por sí solas: DOGE apenas ha conseguido entre US$ 150 y 160 mil millones en supuestos ahorros—apenas un 8 % de los US$ 2 billones que Musk prometió en campaña. Los organismos fiscalizadores advierten, además, que un quinto de ese monto se basa en errores contables y afirmaciones no verificadas, mientras que los recortes paralelos al IRS le costarán al fisco más recaudación de la que DOGE dice haber economizado. A ello se suman demandas, órdenes de reintegro y colas más largas en el Seguro Social, los hospitales de veteranos y el propio IRS, transformando las siglas en motivo de burla en el Capitolio. Expertos ya señalan que las “eficiencias” se han diluido entre servicios públicos deteriorados y cuentas legales crecientes.
La repercusión política le pasó finalmente la cuenta a la Casa Blanca. Ante las quejas de su gabinete y portadas sobre metas incumplidas, el presidente Trump comunicó que Elon Musk “dejaba sus funciones” al frente de DOGE—una salida que varios medios califican derechamente de despido, pese a que asesores la describen como “acordada”.
Según Financial Times y Politico, la paciencia de Trump se agotó cuando los balances internos mostraron que los ahorros netos se habían estancado mientras crecía la exposición legal; en cuestión de horas se desactivó la credencial de Musk y los secretarios recibieron la orden de usar “un bisturí, no una motosierra” para futuros recortes. Musk abandonó Washington con US$ 160 mil millones en ahorros disputados, decenas de litigios y la fama de haber convertido una misión de ahorro en un fiasco costoso y demoledor para la moral—prueba, dicen los críticos, de que la verdadera víctima de DOGE fue la credibilidad.
En otras palabras, tal y como lo mencioné en mi artículo anterior, las medidas que implementa Trump son casi siempre hechas de manera casi impulsivas con un bajo nivel de rigurosidad y de una incompetencia poco visto. El desmantelamiento repentino, pero predecible, de este polémico programa, pone en tela de juicio la implementación de sus edictos.
Canales de exposición para la agricultura chilena
Chile no es el mayor receptor de ayuda estadounidense, pero el efecto catalítico de esos dólares para reducir el riesgo inicial en innovación temprana supera la cifra nominal. Por eso, aunque las cantidades parezcan chicas, su impacto puede ser importante.
• Los fondos de EE. UU. suelen llegar en la etapa inicial de un proyecto (por ejemplo, pilotos de riego eficiente o ensayos de nuevos fertilizantes).
• Cuando un inversionista ve que ya hay algo de apoyo externo, se anima más a poner su propio dinero, porque siente que el riesgo se reduce.
• Así, unos pocos millones pueden “destrabar” o “apalancar” muchos más millones de inversión privada o de otros organismos.
No es la cantidad en sí, sino el efecto multiplicador que produce al dar confianza y reducir parte del riesgo.
Algunas opciones estratégicas para el sector público y privado
1. Diversificar líneas externas
Accionar la Agenda de Inversión UE Global Gateway América Latina (que reserva €10 mil millones para proyectos verdes y digitales).
Fortalecer lazos con CAF y BID Invest, deseosos de cubrir vacíos.
2. Escalar instrumentos domésticos
Acelerar el Fondo de Agricultura Climáticamente Inteligente vía CORFO, con garantías de primera pérdida a bancos que financien riego eficiente, bio insumos y regenerativo.
Ampliar el programa de bonos verdes agro para que cooperativas empaqueten mejoras en energía solar, refrigeración y ferti riego.
3. Blindar ciencia regional
Profundizar cooperación con EMBRAPA (Brasil) e INTA (Argentina), supliendo los datos NOAA con modelos propios de sequía y plagas.
Convertir a Chile en nodo del FAO Digital Agriculture Initiative.
4. Gestión de narrativa exportadora
Con CBAM y normas antideforestación en la UE, Chile no puede diluir compromisos verdes. Comunicar que las reformas internas siguen, pese a la volatilidad de fondos de EE. UU.
Al presentar proyectos, resaltar “resiliencia y acceso a mercados” antes que marcos ideológicos.
Navegando un nuevo paisaje geopolítico
La agricultura chilena ha prosperado combinando eficiencia de recursos con astucia de mercado global—del viñedo resiliente a la sequía a innovadores bonos verdes. D.O.G.E. no es el primer shock externo ni será el último. Lo distintivo es el filtro ideológico sobre el hachazo fiscal: áreas completas de colaboración—ciencia climática, desarrollo rural con DEI—se señalan por simbolismo político, no por ineficiencia.
Tres principios para los próximos 24 meses:
Pluralismo pragmático en financiamiento – Ningún donante es indispensable; diseñar estructuras que sobrevivan si el socio más lento se retira.
Autonomía estratégica en conocimiento – Construir activos nacionales y regionales de datos para que un modelo satelital no pueda “apagarse” por disputas presupuestarias.
Compromiso inquebrantable con la sustentabilidad – El acceso a la UE, Reino Unido y, cada vez más, Asia depende de desempeño ambiental verificable. Retroceder costaría más que cualquier subvención perdida, aunque venga de los EEUU.
Siguiendo estos principios en presupuestos ministeriales, fiscalización legislativa y decisiones de directorio, la agricultura chilena podrá absorber la sacudida D.O.G.E. (aunque insisto, dado el completo fracaso y efectos negativos para el país ponen en duda su implementación) y continuar su evolución hacia una potencia climáticamente inteligente.
El tema no es si la política de Washington fluctúa—eso es seguro bajo Trump—sino qué tan resiliente es la arquitectura verde chilena ante esas fluctuaciones. En ese aspecto, el vaso sigue más que medio lleno—si se actúa rápido, en conjunto y mirando más allá del ciclo electoral 2025 29 de EE. UU.
Imagen: Nathan Howard/Reuters