Conoce las sandías que toleran la escasez hídrica en Chile

26-03-2025

Científicos chilenos identifican calabazas que mejoran la retención de agua en las sandías, una innovadora estrategia para garantizar su producción en medio de la crisis hídrica.

Investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura (CEAF) han logrado un avance significativo en el desarrollo de sandías más tolerantes a la escasez hídrica mediante la identificación de genotipos de calabaza autóctona con una notable capacidad para reducir la pérdida de agua. Este descubrimiento ofrece una posible solución ambiental para el cultivo de sandías en Chile, especialmente en regiones afectadas por la sequía.


La crisis hídrica se presenta como uno de los mayores desafíos para la agricultura en Chile y en el mundo. En la región de O’Higgins, que es la principal productora de sandía en el país, científicos están buscando alternativas que garanticen la viabilidad de este cultivo frente a la disminución de recursos hídricos. El Programa de Mejoramiento Genético (PMG) para Cucurbitáceas ha permitido a los investigadores identificar genotipos de Lagenaria siceraria, especie autóctona que, al ser utilizada como portainjerto, mejora el crecimiento y la adaptación de la sandía.


La sandía es un cultivo esencial en la producción hortícola chilena, con aproximadamente 3.252 hectáreas cultivadas, concentradas especialmente en la zona central. Las comunas de Las Cabras, Coltauco, Pichidegua y San Vicente de Tagua Tagua son consideradas polos productivos, permitiendo un aprovechamiento óptimo de las condiciones climáticas. En un contexto de creciente escasez hídrica, desarrollar variedades más eficientes en el uso del agua es primordial para sostener la producción y evitar caídas en los rendimientos.


El Dr. Guillermo Toro, investigador del CEAF, explica: “Los genotipos chilenos que estudiamos demostraron una notable capacidad para reducir la pérdida hídrica en condiciones de sequía. Esto significa que, al utilizarlos como portainjertos, podríamos mejorar la tolerancia de la sandía a un escenario de menor disponibilidad de agua, algo clave para la producción agrícola del futuro”.


Para evaluar su potencial, los científicos han analizado genotipos provenientes de distintas regiones del mundo, incluyendo Sudáfrica, Filipinas y Chile. Las pruebas realizadas en Dinamarca y España confirmaron que los ecotipos chilenos de Illapel y Osorno presentan una mayor capacidad para retener agua en sus raíces y reducir la transpiración, lo que permite a la planta mantener su hidratación por más tiempo.


Asimismo, Pablo Retamal, agricultor de la zona de Tierra Chilena en Nancagua, comenta: “La experiencia de trabajar con la gente del CEAF ha sido buena, ya que están buscando una alternativa confiable como portainjerto para sandía y de genotipos chilenos. En general, en esta zona se usan plantas francas (sin injertar), pero las plantas injertadas dan más frutos por planta. Si se suma a que pueden soportar la falta de agua, es 100% ganancia para el agricultor”.


El uso de portainjertos resistentes es una estrategia cada vez más valorada en la agricultura, ya que permite adaptar cultivos tradicionales a escenarios de estrés hídrico sin modificar las características del fruto. Los investigadores proyectan que este avance podría significar una mejora considerable en la producción, permitiendo que el cultivo se mantenga rentable incluso con menos agua de riego.


La investigación cuenta con el financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y el respaldo del Gobierno Regional de O’Higgins, además de la colaboración de prestigiosas universidades internacionales, lo que refuerza su potencial impacto en el sector agrícola. A futuro, los científicos esperan seguir perfeccionando estos portainjertos y evaluar su implementación a gran escala para que los agricultores accedan a variedades más resilientes y sostenibles.


En un contexto donde el cambio climático y la sequía desafían la producción de alimentos, el desarrollo de cultivos de sandía más tolerantes al estrés hídrico representa un paso clave hacia una agricultura más eficiente y adaptable ante los desafíos que enfrenta cada territorio. La ciencia chilena continúa avanzando en la búsqueda de soluciones concretas para garantizar el abastecimiento de frutas esenciales para el país y el mundo.


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