Fenómeno de La Niña y sus implicaciones para el otoño e invierno

Fenómeno de La Niña y sus implicaciones para el otoño e invierno
29-04-2024

El año pasado las condiciones climáticas para los cultivos de la zona central del país, fueron especialmente duras, dado los cambios bruscos de temperatura que, incluso trajo lluvias e inundaciones […]

El año pasado las condiciones climáticas para los cultivos de la zona central del país, fueron especialmente duras, dado los cambios bruscos de temperatura que, incluso trajo lluvias e inundaciones en momentos o lugares que no se esperaban, generando numerosas pérdidas para el sector frutícola. ¿Qué esperamos para este otoño-invierno 2024 con el fenómeno que estará presente? Te lo contamos aquí.

El Fenómeno de La Niña, caracterizado por el enfriamiento de las temperaturas superficiales del mar en el área del océano Pacífico ecuatorial central, conocida como 3.4, es el que estará presente este 2024. Este fenómeno desencadena una serie de efectos en cadena que impactan en el clima, generando un fortalecimiento del Anticiclón o Altas presiones subtropicales. Como resultado, se observa un bloqueo de los sistemas frontales que se dirigen hacia la zona central de Chile, provocando un déficit de lluvias mensuales y episodios de sequía. «En síntesis, provoca déficit de lluvias mensuales: por ejemplo, durante el evento La Niña 1998 en Santiago solo llovieron 71.6 milímetros; en 2019 se registraron 82.0 milímetros y el 2021 se midieron 113.4 milímetros. Lo normal anual de Santiago son 280.5 mm. Esa es la gravedad de un evento como La Niña. sequías que pueden ser, no solo extremas, sino que pueden durar hasta 3 años como la ocurrida desde agosto de 2020 hasta febrero de 2023», explicó Patricio González Colville, agroclimatólogo de la Universidad de Talca.

Para el otoño e invierno, se prevé que La Niña comience a desarrollarse, con un 65% de probabilidad de manifestarse plenamente desde junio o julio hasta fin de año. Esto implica condiciones climáticas deficitarias en lluvias para el centro-norte de Chile, con un aumento en la ocurrencia de heladas, mayor humedad y días de niebla. Las lluvias serán escasas y de corta duración, seguidas por períodos prolongados de altas presiones frías. «Estas condiciones han sido el comportamiento característico de otoño-inviernos de anteriores eventos La Niña, por lo cual no debería ser distinto lo que se avecina desde junio o julio en adelante. Hay que tener en consideración, además,  la probabilidad de heladas tardías en septiembre, lo que es un riesgo para la fruticultura y viticultura», aseguró Patricio González

En el centro-sur de Chile, incluida la región de Coquimbo, que ya enfrenta una sequía endémica exacerbada por el cambio climático y eventos La Niña recurrentes desde 2007, la situación climática es aún más desafiante. La desertificación avanza, convirtiendo estas regiones en climas semiáridos-cálidos, lo que afecta gravemente la producción agrícola. La sequía prolongada y las altas temperaturas están generando estrés hídrico y térmico en los cultivos, comprometiendo su calidad y rendimiento.

Ante esta realidad, «los agricultores deben comprender que la desertificación paulatina de la zona central de Chile, producto del cambio climático y profundizado por el evento La Niña, es algo irreversible. Por lo anterior, la única manera de sobrevivir es mitigando y adaptándose a esta nueva situación», expresa Patricio González. Para enfrentar esto «es fundamental invertir en tecnologías como el riego tecnificado, desaladoras de agua de mar y el desarrollo de semillas más resistentes al calor y la sequía, prospección y explotación controlada de las aguas subterráneas. Una mejor gobernanza de las cuencas hidrográficas. Reactivar los tranques de regulación y acumulación  nocturna de las aguas superficiales», explicó.

Sin embargo, estas medidas necesitan un apoyo financiero del Estado, ya que los agricultores no pueden enfrentar solos estos desafíos. Es crucial que el Estado chileno tome medidas concretas y financie iniciativas urgentes para enfrentar el cambio climático. «La pregunta es si el Estado chileno tiene la voluntad política para financiar estas iniciativas, a las cuales se les debe dar el carácter de urgentes. Al cambio climático, con sus efectos colaterales como el evento La Niña, se le debe enfrentar con estrategias concretas y financiadas. No con soluciones temporales como el uso de camiones aljibes o los decretos de escasez hídrica y emergencia agrícola. Estas soluciones temporales parten del supuesto que la mega sequía y las olas de calor en algún momento se terminaran y volveremos al clima mediterráneo que tuvimos gran parte del siglo XX. Y eso no ocurrirá. Mientras mas demora política exista, mayor será el costo humano y económico para los agricultores los cuales, desde el año 2000 en adelante, están en una constante incertidumbre frente a cada temporada agrícola», aclaró Patricio González, agroclimatólogo de la Universidad de Talca.

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