Innovaciones en el riego para una Mandarina sustentable en Chile
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Con la escasez de agua como telón de fondo, el cultivo de mandarinas en Chile se transforma hacia un modelo más sustentable, apoyado en tecnología avanzada que maximiza la eficiencia hídrica y mejora la productividad del agua, es decir, la cantidad de fruta obtenida en relación con el agua utilizada.
El cultivo de mandarinas en Chile enfrenta desafíos crecientes debido a la escasez de agua, un problema que ha intensificado la necesidad de adoptar prácticas agrícolas sostenibles. Conversamos con Claudio Balbontín, ingeniero agrónomo del Centro Regional de Investigación INIA Intihuasi, quien ha estado trabajando en este ámbito crítico.
Su enfoque se basa en una metodología estandarizada que se aleja de las prácticas empíricas que predominan en el sector.
“Cuando hay momentos de limitación hídrica, cuesta tener control de la situación. Necesitamos ser lo más eficientes posible en el uso del agua”, afirma Balbontín. Para enfrentar este desafío, él y su equipo han propuesto un proyecto en colaboración con el Comité Citrícola de Chile, utilizando nuevas tecnologías como sensores de humedad en el suelo e imágenes satelitales para monitorear el crecimiento y la transpiración de las plantas.
El especialista en recursos hídricos, explica: “Esto es un tema que estarán sensibilizados porque es una situación realmente crítica, especialmente acá en la parte norte. Primero, definimos la tasa de transpiración de los cultivos y, por lo tanto, los aportes de riego que los agricultores deben implementar”.
“Las imágenes satelitales nos permiten estimar cómo han crecido las plantas y qué tamaño tienen, así como monitorizar las condiciones ambientales que influyen en la transpiración. Con esta información, podemos ajustar de manera precisa el riego”, destaca Balbontín.
Esta combinación de tecnología no solo pretende maximizar la eficiencia hídrica, sino que también busca mejorar la calidad de la fruta, crucial para la exportación.
El contexto regional e internacional de competencia
El informe del Comité de Cítricos de Frutas de Chile revela que las exportaciones de cítricos alcanzaron las 397.417 toneladas en 2024, con Estados Unidos como el principal mercado. Sin embargo, la producción se ha visto afectada por la sequía en la IV Región. Monserrat Valenzuela, directora ejecutiva del Comité, manifiesta: “El inicio de la temporada 2024 estuvo marcado por el impacto de la sequía para los cítricos, especialmente en la IV Región”.
A pesar de estos desafíos, el aumento en las exportaciones a Corea del Sur, estimado en 17.000 toneladas, refleja una oportunidad de mercado para las mandarinas chilenas. Miguel Canala-Echeverría, gerente general de Frutas de Chile, comenta que “Corea del Sur es un mercado interesante no solo por la cantidad de consumidores, sino también por su consumo per cápita de frutas”.
Sin embargo, la competencia es feroz. Los agricultores chilenos deben enfrentarse a un mercado donde Sudáfrica, Perú y otras naciones presentan ofertas competitivas.
Este desafío se ve agravado por el arranque de hectáreas de cítricos en algunas regiones debido a la escasez de agua. Ortúzar añade que actualmente “no estamos logrando la estabilización de algunos huertos” y que “la industria está estable en las 15 toneladas por hectárea, por lo tanto, aún tenemos espacio para mejorar nuestras productividades, lo cual es un desafío importante”.
Riego 4.0
Balbontín señala que es esencial aplicar tecnologías avanzadas para aumentar la producción y enfrentar la competencia. “Todavía tenemos que incorporar algo más de productividad, de portainjertos para poder seguir creciendo”, menciona Ortúzar, quien además expresa la necesidad de analizar más detalladamente la competitividad y las oportunidades disponibles.
En este contexto, un estudio reciente en la región de Coquimbo se está desarrollando para determinar qué cultivos de frutas son más rentables, teniendo en cuenta la escasez hídrica. Este análisis se enfoca en identificar el ingreso que generan los principales cultivos frutales por cada metro cúbico de agua utilizado.
Víctor Muñoz, gerente del Programa Estratégico Regional Fruticultura Sustentable, expresa que se busca “saber qué cultivo genera más ingresos o una mayor rentabilidad por metro cúbico de agua, una mirada diferente a la tradicional”. Este estudio será crucial para mejorar la eficiencia y sostenbilidad del uso del agua en la fruticultura regional, proporcionando datos para la toma de decisiones sobre reconversión o especialización de cultivos.
Frente a estas transformaciones, el manejo del suelo adquiere una importancia significativa. Balbontín apunta que “en un suelo sano, se retiene más agua”. Por lo tanto, fomentar el desarrollo de materia orgánica en el suelo es fundamental no solo para la retención de agua, sino también para la mejora de la productividad a largo plazo.
La evolución del cultivo de mandarinas en Chile hacia un modelo más sostenible no solo está motivada por la necesidad de adaptación a condiciones climáticas adversas, sino también por la responsabilidad de entregar productos de alta calidad al mercado internacional. Esto garantiza no solo la rentabilidad de los agricultores, sino también el compromiso del sector agrícola chileno con la sostenibilidad y el medio ambiente.
En este contexto, implementaciones como la agricultura 4.0, que se basa en la recolección y análisis de datos para fomentar prácticas más precisas, son el camino hacia un futuro que garantice la viabilidad del cultivo de cítricos en el país. La visión de Ortúzar es clara al plantear: “Hay que encontrar cómo crecemos, lo que nos llama a un mayor análisis sobre competitividad, más inversión y planificación para detectar las oportunidades y aprovecharlas”.
El trabajo de Balbontín y otros investigadores del INIA no solo se limita al uso eficiente del agua, sino que también abarca áreas como la poscosecha, que es crucial para garantizar que los cítricos mantengan su calidad durante el transporte y almacenamiento. “La fruta que llega al consumidor debe ser de la mejor calidad. Por eso colaboramos con laboratorios especializados en poscosecha para asegurar que nuestras mandarinas sean competitivas en el mercado internacional”, explica Balbontín.
La colaboración entre investigadores, agricultores y empresas es un factor clave para el éxito de este enfoque. La integración de conocimiento científico con la experiencia agrícola en terreno permite una mejor adaptación a los desafíos actuales, lo que es vital para el futuro del cultivo de mandarinas en Chile.
Es evidente que la adopción de tecnologías como el uso de imágenes satelitales y sensores en el campo tiene un enorme potencial. Según Balbontín, “es una forma de controlar el riego de manera más precisa, asegurando que se aplique la cantidad justa de agua en el momento adecuado”. Esto no solo ayuda a mitigar el problema de la escasez de agua, sino que también optimiza los costos de producción, permitiendo a los agricultores mantenerse competitivos en el mercado.
A pesar de los retos que presenta el sector, como la competencia internacional y los cambios climáticos impredecibles, las posibilidades para el cultivo de mandarinas en Chile son prometedoras. La implementación de prácticas agrícolas más sostenibles y la inversión en tecnología están allanando el camino para que el país no solo mantenga su posición en el mercado de cítricos, sino que mejore continuamente su calidad y competitividad.
En resumen, la transformación en el cultivo de mandarinas hacia un modelo más sostenible es un esfuerzo necesario que involucra a todos los actores de la industria. La unión entre la investigación, la experiencia práctica y la responsabilidad ambiental brindará a los agricultores las herramientas necesarias para navegar los desafíos del presente y garantizará un futuro próspero para la citricultura en Chile.