Una camioneta que funciona con basura y agua, parece de película pero es real, así la hace andar desde hace tres años, Edmundo Ramos, que maneja un Ford Falcon Ranchera del año 1983, en el que llegó hasta los 117 kilómetros por hora.
Edmundo vivió en Estados Unidos 4 años, cuando regresó a su país con el dinero ahorrado compró departamentos que le permiten vivir de los arriendos, pero le faltaba algo, necesitaba un quehacer. Lo primero que hizo fue buscar en Internet “auto a basura” y solo le aparecieron biodigestores “que producen metano, un combustible, pero son como contenedores gigantes, no sirven para auto”, explica.
“Hice un cálculo teórico en el que la velocidad máxima del auto a basura sería de 40 kilómetros por hora por la potencia del gas del motor, cuánto necesita para vencer el aire, todos cálculos complicados y largos”, señaló Ramos, que también precisó: “pensaba que sería una lástima, porque no podría andar en ruta. Creí que serviría para el campo. El 2 de octubre de 2019 fue un día histórico, porque salí a la calle. Y el auto, llegó a los 100 kilómetros por hora”.
¿Cómo funciona el vehículo?
Lo primero que hay que hacer es carbonizar la basura “Lo que busco es que los residuos tengan densidad. Si lleno el gasificador con papel, hago 3 kilómetros y se acaba. Con cáscara de maní hice 30 kilómetros. Probé con cáscara de banana o de naranja, o restos de poda de árboles, pero todo hay que carbonizarlo”, expresó el ingeniero. Una vez realizado esto, Edmundo guarda ese carbón en tachos bien cerrados para evitar que se humedezcan.
Cumplido este paso, hay que llenar el cilindro más grande, el gasificador, con la biomasa, los residuos carbonizados y bien secos. Luego cierra la tapa y prende fuego con un soplete o un poco de alcohol y un encendedor. Como se necesita un poco de aire para encenderlo, lo ventila a través de otro tubo. El ingeniero explicó “ahora tengo un ventiladorcito, cuando empecé lo hacía con el secador de pelo de mi mujer”.
El fuego, por la velocidad del aire, genera la “gasura”, que es combustible por estar compuesto de monóxido de carbono. Dentro del gasificador se produce una especie de “bola de fuego” que está entre 1.500 y 1.700 grados de temperatura. Mediante una botella de bebida y un tubo de cobre, se le inyecta agua: dos gotas por segundo. Entonces, se produce un proceso llamado termólisis, que separa el agua en hidrógeno y oxígeno.
Por un tubo ubicado arriba del gasificador sale la “gasura”, con ceniza y polvo, para evitar que estas partículas lleguen al motor, hay tres filtros, uno hecho con el tubo de un matafuego y un frasco de dulce donde caen los primeros residuos. Otro con un filtro embebido en aceite y un tercero de toalla de microfibra.
Cuando el humo blanco que sale por el tubo de aire se disipa y se vuelve transparente, lo cierra. La “gasura” va al motor. Lo que ingresa es monóxido de carbono, hidrógeno y oxígeno.
Las ventajas
Una de las ventajas, que explica Edmundo es la producción de oxígeno “Como uso agua y el motor utiliza el monóxido de carbono y el hidrógeno, por el tubo de escape sale vapor de agua y oxígeno, dicen que este auto es como un árbol con ruedas”, comentó el ingeniero. Es decir, “no sólo no contamina, sino que aporto un 20% de oxígeno por el tubo de escape al medio ambiente mientras estoy andando”.
El ingeniero trasandino ya está en búsqueda del próximo invento “para mí la etapa basura está terminada, lo que estoy investigando ahora es cómo convertir los residuos plásticos en gas, para limpiar el planeta”.
Si quieres conocer más acerca de cómo lo hizo, puedes revisar los planos del proyecto aquí.