Un hombre de Neuquén se propuso utilizar los descartes de la industria sidrera para la fabricación de biotroncos, un producto que ha ayudado a personas de escasos recursos y se comienza a utilizar en las tradicionales parrilladas argentinas.
Desde hace 12 años y tras retirarse, un ex veterinario de Neuquén, en Argentina, se dedica a un emprendimiento ecológico e innovador: la fabricación de biotroncos “Biot”. El proyecto nació desde una sencilla observación: los desechos de las empresas sidreras, en su región, específicamente el orujo de peras y manzanas, se acumulan sin un uso eficiente.
Fue así como José Alberto Aramberri, inspirado por el potencial calórico del orujo, decidió convertir estos residuos en una alternativa sostenible a la leña. El orujo, después de un proceso de secado y compresión, se transforma en biotroncos. Estos ladrillos no solo son sustituto de leña, sino que representan un paso más en la conservación de bosques y la reducción de la dependencia del carbón.
Un Impacto Medioambiental
Los biotroncos Biot no solo son una solución a la acumulación de residuos de la industria sidrera, sino que también, contribuyen a la preservación de los bosques. Al reemplazar la leña y el carbón, estos biotroncos reducen la deforestación y la emisión de carbono, alineándose con las necesidades de un mundo más sostenible.
¿Cómo se forman los biotroncos?
La creación de los biotroncos es de forma natural y eficiente. El orujo, compuesto por la pulpa, piel y semillas de las frutas, se somete al secado al sol y después se comprime para formar los biotroncos. Este método aprovecha el alto contenido de pectina del orujo, resultando el producto final con gran poder energético.
Los desafíos
El invento de José Alberto Aramberri, enfrenta desafíos como la variabilidad del clima, lo que afecta el proceso de secado. Sin embargo, también tiene oportunidades de crecimiento, incluyendo la posibilidad de exportar y diversificar los productos derivados del orujo, como pellets para energía o alimentación animal.
Con una producción actual de 100 toneladas anuales y el reconocimiento como producto sostenible, estos biotroncos no solo representan una solución ecológica, sino también un legado significativo para el medio ambiente y las generaciones futuras. Un proyecto que refleja cómo la innovación y el compromiso con la sostenibilidad pueden transformar residuos en recursos valiosos, abriendo caminos hacia un futuro más verde.