Cuidar el agua y precaución por temperaturas extremas máximas: Claves para proteger los frutales frente al cambio climático

02-07-2025

Conversamos con el agroclimatólogo Patricio Gonzalez Colville (M. Sc.)  sobre la preparación de frutales, especialmente el cerezo, ante la inminencia en la variación de las temperaturas, precipitaciones y otros fenómenos meteorológicos.


La resiliencia climática no sólo implica adaptarse a nuevas condiciones, sino también anticiparse y gestionar riesgos de forma integrada. La combinación de innovación tecnológica, conocimiento agronómico y planificación a largo plazo es clave para sostener la producción de cerezas en un clima cambiante.


Misma opinión es la que sostiene el profesional, quien afirmó que la tecnología y el conocimiento es lo que nos puede proteger frente a los extremos del cambio climático y, por lo mismo, entregó valiosas recomendaciones a la hora de preparar este tipo de frutales.


Desde la perspectiva meteorológica, en la zona central de Chile, especialmente en las regiones de O’ Higgins, Maule y Ñuble, el cambio climático se está manifestando en primaveras y veranos más cálidos, en cuando a temperaturas extremas máximas, así como en una disminución importante y persistente de las precipitaciones y la nieve. Progresivamente se observa una tendencia lenta en la acumulación de horas de frío, especialmente a partir de mayo. Lo anterior se hace más significativo durante períodos con eventos cálidos El Niño.


Dado estos antecedentes, en el caso específico de las cerezas, es crucial cuidar el riego y proteger los huertos de las altas temperaturas, las que suelen llegar entre los 37 a 38° C. Otro riesgo asociado a la primavera es el granizo; la mitigación a este fenómeno se puede hacer mediante coberturas de los huertos -que hagan que dicho granizo no genere un daño prácticamente irreversible- y la implementación de estaciones meteorológicas para monitorear estas variables y estar atentos a los pronósticos con 24 a 74 horas de anticipación.


“Los frutales necesitan agua porque hay una relación entre lo que evapotranspiran y la materia seca que van creando, entonces si no tenemos el agua suficiente va a haber un daño en la calidad del fruto. Con el calor del verano se elevan las tasas diarias de evapotranspiración y aumentan las necesidades de riego y la disponibilidad de agua; las primaveras además están siendo más cálidas lo cual, asociado a la mega sequía que persiste en la zona central, crea un ambiente de riesgo en cada temporada. La precaución con las olas de calor, generadoras de temperaturas máximas extremas que pueden interferir negativamente en los procesos fotosintéticos, deben mitigarse en acciones tales como aumentar la tecnificación del riego para evitar aplicaciones y tiempos innecesarios en el uso del agua, la cual se volverá más escasa en el futuro, producto del cambio climático”, afirmó Patricio González Colville.


“Otra característica derivada del calentamiento global, es la cierta lentitud en la acumulación de horas frío en la zona central del país, especialmente en el mes de mayo. Para los frutales es muy importante, para lograr una positiva endodormancia invernal. De alguna forma los fríos invernales se estarían retrasando; quizás la desestacionalidad que se puede estar produciendo en los climas mediterráneos, con veranos más largos e inviernos más cortos, podría estar influyendo en las tendencias de calidez de los inviernos durante los últimos meses de otoño. Esta leve tendencia se ha notado por las escasas heladas que se están registrando durante mayo. En el caso se Curicó, al contabilizarlas entre el 2020 al 2025, este evento frío se registró el 2022 y 2024, con solo 2 heladas respectivamente cada mes. Analizando un lapso de treinta años los días con heladas invernales indican tendencias a disminuir, lo mismo su intensidad. Sin embargo, siguen siendo un riesgo para la agricultura, principalmente durante septiembre”, añadió el agroclimatólogo.


Bajo este indicador, si bien no vamos a tener problemas de horas frío en los próximos cinco años, sí habrá alternancias año a año. Frente a la incertidumbre climática actual, el consejo para los productores es tener estaciones meteorológicas para contabilizarlas y así evitar daños fisiológicos en la floración primaveral.


Tecnificación en el riego


Debido a que eventos climáticos extremos no se pueden evitar, la recomendación es por un lado aumentar la tecnificación del riego; contabilizar instrumentalmente las horas frío en cada huerto. Si el otoño-invierno se presenta con poca nubosidad, el uso de mallas rachet puede mitigar la radiación directa y así contribuir a una mejor acumulación de frío en el huerto. también el uso de cobertores desplegables, en el caso de riesgo de granizadas primaverales.


“La agricultura debe entender que se enfrenta a un cambio climático extremo con calores intensos tanto en primavera como verano, contribuyendo a mucha pérdida de agua diaria, por lo que el uso de mallas rachet, en verano, también puede ayudar a reducir la evapotranspiración”, sostuvo Patricio González.


Tras la retirada del fenómeno de La Niña en abril, y dado que el fenómeno El Niño no se presentará en 2025, se proyecta una situación neutra en el océano Pacífico ecuatorial central. No obstante, continuarán los patrones de lluvias extremas en cortos periodos, seguido de heladas, días despejados y frío, todo lo cual debiera favorecer la acumulación de horas frío. Sin embargo, los modelos climáticos estiman probables déficits de lluvia en las zonas agrícolas central. Por lo tanto, es crucial cuidar el agua y tecnificar el riego, revestir canales, evitar filtraciones y aprovechar racionalmente las reservas de nieve, que son fundamentales para el riego de la temporada 2025-2026.


“En octubre empieza el calor (máximas sobre los 30° C) y dada la calidez de la primavera, se pueden generar pérdida de agua en forma adelantada en calendario, por lo que hay que cuidar este vital recurso. La radiación solar y el agua son los dos elementos que contribuyen a la fotosíntesis, la cual van a producir frutas de calidad exportable y eso se asegura teniendo siempre agua disponible para el cultivo”, recomendó el docente.


Y añadió: “Es fundamental tener un buen sistema de riego tecnificado y estar muy atentos a los pronósticos del tiempo, considerando que el clima se ha vuelto mucho más variable y presenta diferencias significativas entre localidades. Siempre habrá un porcentaje de daño debido al cambio climático, pero la tecnología puede ayudar a mitigar las pérdidas significativamente. El cambio climático es un hecho medible, que se refleja en la disminución de las precipitaciones y la nieve, así como en olas de calor tempranas e intensas, frente a lo cual la tecnología y el conocimiento son las mejores herramientas de protección”.




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