Uno de los grandes impactos asociados a nuestro sistema de producción y consumo de alimentos es la degradación del suelo y junto con ello, la gran pérdida de biodiversidad, lo cual pone en peligro las millones de interacciones simbióticas entre microorganismos, animales, hongos y plantas, las cuales son fundamentales para permitir mantener la complejidad del sistema vivo.
Según el estudio de los límites planetarios realizado por el Centro de Resiliencia de Estocolmo, las principales causas de la pérdida de biodiversidad son la transformación de hábitats naturales, principalmente por la expansión de la agricultura basada en el monocultivo y la ganadería, la sobreexplotación de especies silvestres, la contaminación sobre todo asociada a malas prácticas en el excesivo uso de agroquímicos u otros, la propagación de especies invasoras y el cambio climático.
En un mundo donde la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad son desafíos urgentes, la economía circular emerge como un enfoque transformador para estimular a las cadenas de valor del sector a adoptar prácticas que permitan promover la regeneración en la agricultura. La integración de cultivos agroecológicos y cambiar el paradigma del monocultivo, es clave para restaurar la salud del suelo, fomentar la biodiversidad y garantizar la seguridad y soberanía alimentaria a corto y largo plazo.
La economía circular en la agricultura no solo beneficia al medio ambiente, sino que también impulsa la economía local al fomentar la producción en el territorio, la diversificación de cultivos y la creación de cadenas de valor sostenibles, se generan oportunidades para el desarrollo rural estimulando estrategias como la disminución del uso de plásticos, reutilización de recursos, la reducción y valorización de residuos, dejar atrás malas prácticas enquistadas desde hace generaciones en nuestro campo y estimular nuevos modelos de negocios. En lugar de ver los desechos como un problema, se convierten en recursos valiosos que alimentan un ciclo de vida virtuoso, en donde toda la cadena de valor comienza a verse ventajosamente comprometida, lo que amplía los beneficios a espectros más amplios, propiciando un sistema saludable tanto para proveedores como para quienes consumen los alimentos producidos bajo este sistema.
En resumen, la combinación de economía circular y cultivos agroecológicos representa un enfoque innovador y holístico para el sector, promueve la regeneración en la agricultura y apoya la construcción de un futuro alimentario más resiliente y equitativo. Es hora de adoptar prácticas que respeten la tierra, regeneren su vitalidad y aseguren la prosperidad y salud para quienes vivimos en este planeta. ¡La tierra trabaja bajo el principio de la abundancia, es momento de apoyar sus procesos de fertilidad con una visión circular y regenerativa!