Columna: Consecuencias no deseadas de la agricultura

En general, nadie quiere hacer daño y las decisiones que tomamos suelen ser para lograr algo positivo. Sin embargo, esto no ha sido así en el caso de la agricultura. […]
En general, nadie quiere hacer daño y las decisiones que tomamos suelen ser para lograr algo positivo. Sin embargo, esto no ha sido así en el caso de la agricultura. Con el objetivo de alimentar a la población, hemos degradado más de dos tercios de nuestro planeta y contaminado más cursos y cuerpos de agua en los últimos 60 años que en toda la historia de la humanidad.
Las consecuencias no deseadas son todo el daño que hemos causado al creer que estábamos haciendo las cosas bien. Si bien hemos logrado producir grandes cantidades de alimentos, ¿a qué costo? La disminución de nutrientes en los alimentos es tan alta debido a la desconexión que hemos generado con nuestro suelo que incluso hemos llegado a disminuir hasta un 60% de minerales como el zinc, crucial para el funcionamiento del sistema inmunológico. Si no consumimos suficiente zinc, enfermamos.
Al enfocarnos solo en producir alimentos, nos hemos desconectado de su verdadera funcionalidad. A diferencia de las plantas, que fabrican su propio alimento, nosotros debemos alimentarnos de diferentes fuentes y por eso debemos saber y entender lo que estamos comiendo.
La agricultura regenerativa, más allá de la producción sustentable, ha logrado mejorar la densidad nutricional de los alimentos. ¿Cómo? Considera al suelo como recurso fundamental, manteniéndolo siempre cubierto. Esto trae muchos beneficios, como mejoras en la microbiología del suelo. Esta microbiología genera simbiosis con las plantas, entregando nutrientes y biología necesaria para su correcto funcionamiento. Una planta sana y rica en nutrientes produce productos cárnicos y lácteos de mayor calidad nutricional. Estudios avalados por INIA en Chile han encontrado una mayor cantidad de Ácidos Linoleicos Conjugados (CLA) en carnes de pastoreo, lo mismo ocurre con la leche.
Se ha estudiado que la alimentación a base de granos genera alimentos con una mayor proporción de Omega 6/omega 3, lo que produce alimentos inflamatorios. Nuestra alimentación evolutiva tenía una proporción de 1/1 en Omega 6/3, pero actualmente, debido a que consumimos muchos alimentos ultra procesados y con gran cantidad de aceites vegetales, estamos cerca de dietas con ratios de 20/1, lo cual nos está enfermando.