De acuerdo al Convenio sobre la Diversidad Biológica (ratificado por Chile en el año 1995), la biodiversidad constituye la variabilidad de la vida desde su composición genética, pasando por los individuos y hasta los paisajes que ellos conforman. Para la agricultura, la biodiversidad es muy importante pues le presta servicios tales como el mantenimiento de la fertilidad del suelo, el control biológico de plagas y la polinización de cultivos. Mas aún, la misma agrobiodiversidad (todas aquellas especies, variedades y razas de plantas y animales que se producen en predios y se comercializan), también son parte de la biodiversidad del planeta.
Lamentablemente, la agricultura ha sido considerada una de las actividades humanas que mayormente ha sido responsable de la pérdida de biodiversidad a nivel mundial. Esto ocurre por distintas razones como la conversión de tierras, la contaminación de ecosistemas con fertilizantes y pesticidas, el deterioro de suelos y acuíferos. Por esto existe un amplio consenso en que los predios agrícolas deben apoyar la conservación de la biodiversidad local y minimizar el impacto del manejo agrícola sobre la misma.
Desde mi perspectiva esto tiene dos aproximaciones con objetivos e implicancias muy distintas: una aproximación funcional y una conservacionista. La aproximación funcional implica manejar la biodiversidad para poder obtener algún beneficio de ésta. Bandas de flores para favorecer controladores biológicos y polinizadores, o cultivar plantas que mejoren la fertilidad y estructura del suelo son ejemplos de aquello. La verdad es que aún nos queda mucho por conocer sobre las especies nativas que nos pueden ayudar en esta labor, pero hay estudios con ejemplos exitosos y tenemos un tremendo acervo biológico por explorar y conservar y así lograr una agricultura que se base más en la manipulación de las interacciones de los seres vivos dentro, que en la continua adición de insumos externos.
La segunda perspectiva es la conservacionista. Esto implica reconocer que los predios agrícolas, sobre todo en sus espacios improductivos, pueden albergar biodiversidad nativa, a veces también amenazada, y por ende pueden contribuir a su conservación a escala local. Desde esta perspectiva, el caso de nuestro país merece principal atención. Tenemos una biodiversidad muy variada por la naturaleza de nuestro territorio donde la geografía y el clima cambian de norte a sur, y también en un gradiente de mar a cordillera. No obstante, la amplia superficie de la agricultura chilena se concentra entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos; pues sepa el lector/lectora que también su biodiversidad.
Vale decir que en Chile se cultiva principalmente en el área del país con mayor riqueza y endemismo de su biodiversidad (este último término se refiere a la biodiversidad que sólo se encuentra ahí y en ningún otro lugar), pero donde a la vez también está más amenazada. Más aún, esa área tiene una escasa representatividad en áreas silvestres protegidas, por lo cual no podemos esperar que sólo gracias a ellas nuestro patrimonio biológico sea resguardado. Muchos predios agrícolas en Chile tienen significativas proporciones no cultivadas, algunas con valiosa biodiversidad en su flora y fauna. Es por esto relevante que propietarios, administradores y trabajadores de predios agrícolas puedan involucrarse en su manejo y conservación. Hay que primero conocer lo que se tiene, pues no se puede valorar y conservar lo que no se conoce. Luego, zonificar el predio e identificar las zonas que pueden aportar en su conservación. Posterior a aquello se pueden tomar medidas de conservación como prohibir tala o pastoreo en ellas, tener un manejo responsable de mascotas (perros y gatos) al interior, hasta medidas de fomento de biodiversidad como revegetar con especies nativas, o establecer medidas de fomento de fauna como perchas para aves, casas anideras para aves y murciélagos, dejar pircas de piedra para reptiles, entre otras.
Esta preocupación de la biodiversidad en predios agrícolas ha sido incorporada en protocolos de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y en indicadores (como los del Marco GRI) de Reportes de Sustentabilidad, por lo tanto, afecta a predios de orientación exportadora. Algunos protocolos de BPA son muy exigentes en esta área (como el protocolo británico Leaf y la Norma RAS), y su certificación puede significar oportunidades de apertura de mercados exigentes en esta temática. Pero finalmente, tanto por las características de la distribución y concentración de biodiversidad de nuestro país, como por el estado actual del planeta en general, es un imperativo propender a predios agrícolas cuyo diseño y manejo sean más amigables con la biodiversidad con la que conviven y que puedan sacar beneficios de ellas en pos de una menor necesidad de inputs externos.