Columna: El impacto del seccionamiento de los ríos en Chile

El impacto del seccionamiento de los ríos en Chile
15-01-2024

Remontándonos a la época colonial, el seccionamiento emergió como un método de control y distribución de los recursos hídricos. Esta herramienta, empleada por los colonizadores, les permitió ejercer un dominio […]

Remontándonos a la época colonial, el seccionamiento emergió como un método de control y distribución de los recursos hídricos. Esta herramienta, empleada por los colonizadores, les permitió ejercer un dominio estratégico sobre las fuentes de agua, adaptándolas a las necesidades y condiciones específicas de cada sector.

A medida que Chile lograba su independencia y avanzaba en su desarrollo, estas prácticas coloniales se fusionaron con las estructuras legales emergentes, convirtiéndose en una parte integral de la gestión hídrica. Este legado histórico se proyecta en la legislación actual, planteando desafíos significativos en la búsqueda de una gestión hídrica más equitativa y sostenible.

De esta manera, el seccionamiento de ríos se presenta como una práctica que ha influido profundamente en la gestión de nuestros recursos hídricos a lo largo del tiempo. Este proceso implica la división de un río en secciones independientes, otorgando a cada tramo una administración autónoma.

Aunque concebida originalmente para facilitar la gestión, esta práctica ha resultado en una distribución desigual de los recursos hídricos, generando disparidades significativas en la disponibilidad y seguridad del agua a lo largo del curso del río. Esta persistencia legal en la legislación chilena, a pesar de los cambios históricos y evoluciones en la gestión hídrica, tiene implicaciones sustanciales, ya que perpetúa la administración fragmentada de los ríos, con consecuencias para los usuarios ubicados aguas abajo de las primeras secciones.

Es decir, la fragmentación resultante afecta la equidad en el acceso al agua, donde la primera sección tiende a beneficiarse con una mayor disponibilidad y seguridad hídrica, a menudo a expensas de aquellos que se ubican en tramos más bajos del río. Esto se agrava durante periodos de sequía, cuando la primera sección puede agotar prácticamente el caudal del río, dejando a las secciones subsiguientes con escasos recursos hídricos y, en algunos casos, ríos completamente secos.

Tras la actualización del Código de Aguas, en vigor desde abril de 2022, se potenciaron las atribuciones de la Dirección General de Aguas (DGA) para gestionar la escasez hídrica. El propósito central es garantizar que, dentro de la cuenca, se dé prioridad al consumo humano. Además, se busca preservar la armonía y equilibrio entre la función de preservación ecosistémica y la función productiva que desempeñan las aguas, considerando a todos los usuarios involucrados.

De esta manera, la DGA aspira a lograr una mayor integración en la gestión del agua, buscando equilibrar la disponibilidad entre las diferentes secciones de ríos, estableciendo las bases para una gestión hídrica más equitativa y sostenible en el país.

El reto actual reside en conciliar la herencia del seccionamiento con las necesidades contemporáneas, por lo que la comprensión de esta práctica, su impacto y las implicaciones legales son esenciales para avanzar hacia un modelo que garantice el acceso a uno de los recursos más preciados de nuestro país: el agua.

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