ANASAC lleva lo último en horticultura a estudiantes de Talagante con programa educativo integral

18-10-2025

En alianza con SNA EDUCA y el Complejo Educacional Ernesto Müller López, la empresa desarrolla un ciclo de capacitaciones que refleja su pilar de sostenibilidad enfocado en fortalecer e impulsar el crecimiento de las comunidades

Cuando Bernardita Contesse, jefa de Sostenibilidad de ANASAC, habla de "relación con la comunidad" como uno de los cinco pilares estratégicos de la empresa, no se refiere solo a intervenciones puntuales o donaciones. Se refiere a construir puentes reales entre el conocimiento técnico y las nuevas generaciones que darán forma al futuro del sector agroalimentario chileno.


Este 2025, ese compromiso tomó forma en Talagante, donde ANASAC desarrolla un innovador programa educativo en alianza con SNA EDUCA y el Complejo Educacional Ernesto Müller López. El objetivo es claro y ambicioso: entregar a estudiantes herramientas reales y actualizadas sobre el cultivo de hortalizas que les permitan insertarse en el mundo laboral con proyectos propios y competencias de vanguardia.


Un pilar dentro de una estrategia integral de vinculación comunitaria


Este programa representa una expresión concreta del cuarto pilar de la estrategia de sostenibilidad de ANASAC: "Relación con la comunidad". Sin embargo, es importante entender que esta iniciativa no existe en el vacío. Se enmarca dentro de una estrategia integral compuesta por cinco pilares fundamentales que la empresa definió en 2022: gobernanza para la sostenibilidad, cuidado del medio ambiente, soluciones sostenibles, relación con la comunidad y equipos comprometidos y seguros.


"A diferencia de otras empresas del sector, ANASAC potencia fuertemente el área social, creyendo que para lograr una organización sostenible es esencial desarrollar relaciones sólidas con las comunidades", explica Contesse.


Más que charlas: un ciclo completo de capacitación


No se trata de charlas aisladas ni de visitas esporádicas. Es un ciclo completo de capacitaciones que abarca desde abril hasta noviembre, combinando sesiones teóricas con trabajo práctico en un sector del establecimiento destinado para la plantación de diversas especies de hortalizas, seleccionadas por su compatibilidad con el suelo y el clima del lugar, las que ofrecen además amplias ventajas competitivas para la agricultura de la zona.


"Distintos profesionales de gran experiencia, incluso gerentes, han venido a trabajar con alumnos de tercer año medio de la especialidad agropecuaria", explica Claudia Pinochet, directora del Complejo Educacional Ernesto Müller López. Y no se trata solo de visitas puntuales: durante nueve jornadas distribuidas entre abril y noviembre, el equipo de ANASAC ha abordado cada eslabón de la cadena productiva hortícola.


Este ciclo arrancó en abril con una sesión introductoria donde los propios estudiantes conocieron la situación actual de las hortalizas en Chile, los desafíos del cambio climático, las tendencias de consumo y, especialmente, cómo la sostenibilidad se está integrando en los sistemas agroalimentarios. Desde ese primer día, los alumnos y alumnas supieron que lo que estaban por aprender no era solo contenido académico: era el estado del arte de la industria.


El programa se distingue por su carácter multidisciplinario, con la participación de una decena de especialistas técnicos y gerentes de ANASAC que han ido cubriendo cada aspecto del ciclo productivo hortícola. Desde el establecimiento de cultivos en invernadero y la preparación de suelo, pasando por el manejo integrado de plagas y enfermedades, hasta llegar a temas críticos como el registro de plaguicidas, inocuidad alimentaria y canales de comercialización, cada sesión fue liderada por profesionales con experiencia directa en sus respectivas áreas.


"Las charlas han sido muy completas, nos han guiado y los profesionales que vienen a dar esas charlas han sido muy agradables", cuenta Valeria Torres, estudiante de tercero medio B de la especialidad agropecuaria. Su entusiasmo refleja el impacto que está teniendo el programa: "Nos han dado todo a nuestras manos para poder tener un buen proyecto y darnos una idea de qué podemos pedir ayuda, dar un paso más".


Martina Romero, también de tercero medio B, coincide en la integralidad del programa: "Usualmente vienen a explicarnos de cómo podemos manejar una empresa para que sea sostenible con el tiempo, una empresa agrícola obviamente. Nos enseñan a cómo sacar cuentas, a cómo cuidar las plantas, a reconocer plagas y enfermedades". Para Martina, oriunda de Talagante y con planes de seguir la carrera agrícola en la universidad, esta experiencia es invaluable: "La enseñanza que nos ha dado ANASAC junto con el proyecto me parece una oportunidad inmensa. Esto me integra más en el mundo de la agropecuaria, la agricultura más que nada, y abre muchas puertas ya que nos entrega las herramientas que a futuro vamos a tener que usar sí o sí".



De la teoría a la práctica: tomates, plagas y gestión empresarial


El ciclo de capacitaciones es integral y progresivo. Los estudiantes han trabajado en establecimiento de cultivos bajo plástico, clasificación de hortalizas por estación, preparación de suelo, métodos de siembra, manejo integrado de plagas y enfermedades, y postcosecha.


También han profundizado en registro de plaguicidas e inocuidad alimentaria, aspectos críticos de la producción moderna y recibido charlas de “Control de Gestión”, las cuales resultan fundamentales, ya que han permitido a los alumnos comprender la correcta ejecución de un plan de producción y evaluar si el proceso es estable o no. Este conocimiento es determinante para la propuesta de los proyectos que deberán presentar en noviembre.


"No solo es teórica, porque se da la charla y después se va a ver en el campo, la parte práctica", destaca Pinochet. Esta combinación de teoría y práctica es lo que hace la diferencia. Los estudiantes no solo escuchan sobre técnicas de cultivo: las aplican en el invernadero del colegio, trabajan con los plantines, aprenden a manejar las hortalizas desde la siembra hasta la cosecha.


Nicolás Cascales, supervisor técnico comercial de ANASAC para la zona de la Quinta Región y la Región Metropolitana, con amplia experiencia en el establecimiento de hortalizas y cultivo de tomates, es uno de los especialistas que junto a un grupo de agrónomos llevaron a cabo la fase práctica, aportando sus conocimientos y supervisando el desarrollo de las actividades. Cascales destaca la motivación de los jóvenes: "Los chicos son del área agrícola, son de acá de la zona. He conversado con ellos y les gusta trabajar lo que es el campo". El profesional explica que el tomate "es un trabajo de harta labor, tiene harto manejo, por eso les llama la atención también".


Durante las sesiones prácticas, los estudiantes aprenden labores específicas del cultivo sobre el cual se está trabajando. "Lo importante es que ellos preguntan, esa es la idea", señala Cascales. Trabajan con distintas variedades y formatos, desde tomates de mayor vigor que requieren más manejo, hasta tomates determinados más rústicos. "A ellos les interesa saber cómo son los trabajos y manejos agronómicos por cada especie” es decir qué es lo que hay que hacer con cada variedad, para saber cómo se tiene que comportar en la práctica".


Para Cascales, el objetivo es claro: "La idea es que los chicos sepan el trabajo en sí de la planta, lo sepan hacer bien para que el día de mañana puedan ser sus propios productores, trabajar para ellos". Y agrega: "Cuando ellos tengan lo suyo, lo puedan implementar, tener un buen cultivo y si también tienen trabajadores, que ellos sepan hacer la pega para que también le puedan enseñar a su trabajador cómo hacer las labores".


Más allá del cultivo: emprendimiento y gestión


ANASAC entiende que un buen agricultor también necesita ser un buen gestor. Por eso, el programa incluye módulos de gestión de emprendimiento, donde los estudiantes aprenden a evaluar costos, analizar viabilidad y proyectar sus ideas. "Han hablado de contabilidad, de números, muchos ejemplos", recuerda Valeria. "Por ejemplo, han hablado de un emprendimiento de mascotas que nos ayudó mucho para guiarnos y darnos una idea de qué podemos hacer nosotros".


El programa también aborda emprendimiento, innovación, gestión económica y hasta técnicas de pitch para presentar proyectos. Como señala la directora Pinochet, "nos vienen a mostrar la tendencia, lo más actualizado que hay en hortaliza, en manejo integrado de plagas, en innovación". Lo que las estudiantes más valoran es "la disponibilidad de los profesionales en enseñarnos", como señala Torres, destacando que cada experto de ANASAC llega no solo con conocimiento técnico, sino con una genuina disposición a compartir y guiar.


El gran desafío: un proyecto real con financiamiento real


La culminación del programa es tanto una evaluación como una oportunidad. Los estudiantes deben presentar un proyecto propio de producción hortícola con manejo intensivo, aplicando todo lo aprendido durante el año. "Los niños presentan un proyecto de emprendimiento donde plantean un negocio que tiene que ver con las hortalizas", explica la directora Pinochet. Un jurado compuesto por un selecto grupo de ANASAC, SNA EDUCA y SNA evaluará las propuestas.


El proyecto ganador no se quedará en el papel: será implementado el próximo año en las dependencias del colegio, con el financiamiento y apoyo de ANASAC.


"Con mi grupo, la expectativa es muy alta", confiesa Valeria Torres. "Nos consideramos gente que de verdad ha estado muy interesada y hemos intentado dar lo mejor de nosotras para poder ganar". La estudiante reconoce que "va a ser una bonita experiencia" y valora especialmente "el apoyo que hay de los profesores, porque de verdad hay interés en que haya un buen ganador y un buen proyecto".


Martina Romero también está enfocada en el concurso: "Estoy muy ansiosa por participar en el proyecto. Estamos en camino, todavía viendo algunos detalles, pero sí tenemos más o menos pensado lo que queremos hacer y queremos ganar".


Esta decisión de financiar el proyecto ganador refleja la filosofía de ANASAC de no quedarse en la capacitación teórica, sino de generar impactos tangibles. "Para lograr una organización sostenible es esencial desarrollar relaciones sólidas con las comunidades", señala Contesse, y esas relaciones se construyen apostando por el talento joven y dándole herramientas reales para emprender.


La visión de las alianzas escuela-empresa


Para SNA EDUCA, esta colaboración con ANASAC representa mucho más que un programa piloto. "Más allá del concurso y los premios, el proceso de aprendizaje, el trabajo y la motivación que ha habido ha sido una experiencia tremenda", destaca Marta Struch, gerente general de la organización. Desde hace más de 12 años, SNA EDUCA trabaja en formar estudiantes emprendedores, no solo para crear negocios, sino para desarrollar "habilidades y competencias que les posibiliten ir creciendo en la vida".


El objetivo último es claro: "Que nuestros estudiantes puedan salir, ver el mundo, ir a estudiar, pero que vuelvan", señala Struch. "El mundo rural necesita profesionales y técnicos con competencias para hacer crecer su entorno".


Desde el colegio, la directora Pinochet coincide en la importancia de estas alianzas: "Hay un tema de responsabilidad social y empresarial súper fuerte. La educación necesita mucho de la empresa privada, en asociación con colegios que realmente quieran recibir esta ayuda". Y agrega: "Esperamos poder perpetuar esto en el tiempo, hacer estos ciclos en forma continua con los alumnos".


Sostenibilidad que trasciende generaciones


Este programa educativo conecta directamente con varios pilares de la estrategia de sustentabilidad de ANASAC. Si bien se enmarca principalmente en "Relación con la comunidad", también toca el pilar de "Soluciones sostenibles", al transferir conocimientos sobre prácticas agrícolas más eficientes y amigables con el medio ambiente. Es un ejemplo concreto de cómo la empresa entiende que la sostenibilidad debe integrar todas sus áreas.


"La sostenibilidad debe permear cada una de las áreas de la empresa", afirma Contesse. En este caso, también el futuro del sector, sembrando en estudiantes de educación media las semillas de lo que podría ser la próxima generación de productores hortícolas: más preparados, más conectados con la sostenibilidad y con herramientas concretas para desarrollar emprendimientos viables.


Mirando hacia adelante


A medida que el programa educativo 2025 se acerca a su cierre con la presentación de proyectos finales, ANASAC ya está evaluando cómo escalar esta experiencia. La empresa ha demostrado que cuando se combina conocimiento técnico de primera línea, compromiso de largo plazo y una genuina vocación por el desarrollo comunitario, es posible transformar no solo la producción agrícola, sino las vidas de quienes la harán posible en los próximos años.


Porque al final, como bien dice Bernardita Contesse, "Alcanzar un mundo agroalimentario sostenible es un desafío muy grande, pero con compromiso y con un sistema de trabajo multisectorial y multidisciplinario creemos que sí es posible lograrlo". Y ese camino se construye también en las aulas y los invernaderos de colegios como el de Talagante, donde la teoría y la práctica se encuentran para formar a los protagonistas del mañana.



Fotos: GreenNetwork


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