Por: Lionel Quezada, Director de ACADES
En un planeta donde solo el 0.4% del agua es apta para el consumo humano, el tratamiento y reciclaje de ésta se vuelve esencial. La crisis hídrica exacerbada por el cambio climático obliga a considerar fuentes no convencionales como la desalación y el reciclaje de aguas residuales. Es crucial implementar prácticas de riego inteligentes, reducir las pérdidas en las líneas de distribución de agua potable y fomentar campañas para disminuir el consumo de agua, tanto industrial como doméstico. Sin embargo, el éxito de estas medidas asociadas al reciclaje depende de la aceptación consciente de los usuarios finales, alcanzada a través de una adecuada comunicación.
En el caso del reciclaje de las aguas residuales, existen varias soluciones sostenibles que son viables técnica y económicamente, aunque los costos varían según múltiples factores como la calidad del agua, las tecnologías implicadas, las economías de escala, la gestión de residuos y los precios locales de energía y químicos. Tecnologías probadas como la coagulación, filtración, micro y ultrafiltración, nanofiltración, ósmosis reversa, electrodesionización, oxidación avanzada y adsorción, entre otras, pueden manejar tanto el reúso potable, como el no potable aplicable al riego, industria o fines ambientales. Además, es necesario desarrollar políticas públicas que fomenten el reciclaje de aguas servidas y aguas grises tratadas, junto con una gestión coordinada de los recursos por cuenca.
Las industrias pueden contribuir significativamente al cuidado del agua mediante diagnósticos, planes de eficiencia hídrica y matrices de abastecimiento sustentable, así como promoviendo el reciclaje antes de optar por la desalación. Implementar tecnologías de monitoreo en tiempo real y tratamientos terciarios para efluentes tratados son pasos cruciales. Asimismo, conceptos como el Mínimo y Cero descargas líquidas (MLD y ZLD) están ganando relevancia. A pesar de sus altos costos, podrían ser la única opción viable para algunas industrias.
Un ejemplo de avance en seguridad hídrica es el sector minero chileno, que destaca por su avanzado tratamiento y cobertura en reciclaje de aguas, reutilizando más del 70% y liderando en la desalación de agua de mar y uso directo de agua de mar, dependiendo de factores metalúrgicos. Esta estrategia es impulsada por la necesidad de reducir el consumo de fuentes continentales debido a cambios en la mineralogía y la expansión normativa, que han incrementado la demanda de agua en la producción de concentrados. Otras industrias como alimentos y bebidas, papel y celulosa, y agro también han adoptado prácticas de reutilización, pero la escasez hídrica actual exige una estrategia más agresiva en el reciclaje industrial.
Nuestra economía enfrenta serios problemas de abastecimiento y de calidad de agua, que en el corto plazo afectan su operación y a futuro, su subsistencia. Todas las empresas deben hacer un diagnóstico y alinear sus objetivos con la realidad hídrica que enfrentan en las cuencas donde se están presentes para diseñar una estrategia sustentable. En Chile existen tecnologías que pueden resolver este desafío, aunque para ello es fundamental tomar conciencia del mayor costo del agua y asignar presupuestos realistas para aumentar la eficiencia e inversión en infraestructura.
En efecto, el agua ha pasado de ser un simple insumo a un elemento estratégico que requiere atención prioritaria de la alta dirección y accionistas. Internalizar el costo real del agua es fundamental para aumentar la eficiencia y la inversión en infraestructura, garantizando la sostenibilidad y la seguridad hídrica de nuestras industrias.
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