Viña Emiliana: Una empresa B en el camino de la agricultura biodinámica y orgánica

Desde hace más de veinte años se propusieron buscar un camino para producir vinos de calidad, de una forma más amigable con el medio ambiente.
Hoy son un referente en la industria de productos orgánicos y han logrado llevar con éxito un concepto de manejo de cultivos que tiene ya 100 años.
En 1924 el austriaco Rudolf Steiner, un arquitecto, pedagogo, impulsor de la agricultura ecológica y creador de la antrosofía, realizaba una serie de charlas que se convertirían en la base de la llamada Agricultura Biodinámica. Se trataba de un enfoque holístico que contempla el cultivo y la naturaleza como un todo.
Desde ese momento, fueron muchos los que siguieron y comprobaron las palabras de este hombre de mente inquieta, que buscaba dar con una agricultura que avanzara junto con la naturaleza, sin destruirla y entendiendo que se podía armonizar los elementos presentes en el campo, desde los árboles, las plantas, los suelos, las personas y, según sus palabras, el espíritu que existe en cada lugar.
Este fue el camino que decidieron seguir en la Viña Emiliana, donde desde mediados de los años 90 comenzaron a trabajar en dar con una agricultura que fuera más amigable con el medioambiente, esto en medio de las polémicas por los daños a la salud que estaban ocasionando los pesticidas en Chile.
Fue así como comenzaron a buscar técnicas en la agricultura que fueran más sanas y así dieron con la agricultura orgánica y la agricultura biodinámica. Necesitaron tres años para tener un campo que cumpliera el requisito principal de estar libre de pesticidas y otros químicos peligrosos, y ahí comenzar a producir uva. La experiencia terminó con el reconocimiento a la calidad de sus vinos y la decisión de continuar por ese camino.
Hoy poseen más de mil hectáreas destinadas a la Agricultura Biodinámica, donde se producen las uvas que destinan a los vinos que poseen certificación orgánica y biodinámica, algo que nos explicó hace algunos meses cuando entrevistamos a Sebastián Tramon, gerente de sustentabilidad de Emiliana Organic Vineyards: «El programa de certificación se basa principalmente en la elaboración de compost, se ocupa el 100% de los residuos provenientes de las bodegas que nosotros tenemos como el orujo y el escobajo. Eso lo compostamos con guano, paja y otros residuos agroindustriales. Cerramos el ciclo, hacemos economía circular y volvemos a meter estos productos en los cultivos».
Pero las acciones no se quedan ahí y comenta: «Realizamos cultivos de entrehileras, donde no se tiene un suelo descubierto expuesto al sol o a la erosión. Tratamos de establecer praderas que nos ayudan a controlar ciertas plagas, como los nimatos. Además, ocupamos coberteras para fijar nitrógeno, que es una práctica que nosotros realizamos desde hace 20 años».
Cabe señalar que en la agricultura biodinámica también se incluye la elaboración de compost, y el uso de minerales para nutrir y cuidar el suelo y la planta. También hay un reconocimiento de los ciclos lunares, una práctica que ha sido ocupada desde hace miles de años por grandes culturas en la humanidad.
Según señalan desde Viña Emiliana entre sus prácticas incluyen una labranza reducida: “Tratamos de no estar dando vuelta el suelo con todo lo que conlleva destruir la microbiología que hay ahí y liberar gases de efecto invernadero. Todo lo que es control de malezas se hace con maquinaria e incorporación de animales en invierno. En muchos de los campos donde estamos, postcosecha nosotros incluimos ovejas, las que por un lado están abonando y por otro lado se terminan la maleza”.
Según señalan este trabajo intenta hacer volver la naturaleza y biodiversidad a los campos, aquí entran los llamados corredores biológicos: “Son espacios donde se establecen principalmente plantas nativas, donde se instalan roedores plantas reptiles y que nos ayudan ellos mismos a controlar plagas” explica.
En el año 2023, Viña Emiliana obtuvo la Certificación de Empresa B, lo que destacan como una experiencia enriquecedora que los llevó a conocer nuevas historias similares a la suya: “Cuando uno está interesado realmente por la sustentabilidad, la regeneración, por la responsabilidad social. Hay un montón de cosas que te hacen sentido y que uno hace más allá de lo que te exigen”.
Y agrega: “Para nosotros el tomar el camino de lograr la certificación de Empresa B es porque tiene una mirada de gobernanza de cómo se gestiona la sustentabilidad, que a nuestro parecer es un poco más robusta que otras certificaciones… es para mostrar un compromiso real que quede más institucionalizado”.
Sobre qué recomendaría al momento de realizar el proceso de certificación afirma: “Lo primero es hacer la evaluación de impacto, que es gratuita y online. Esto permite saber en qué áreas se tienen fortalezas y debilidades. Además, permite abrir la mirada porque hay cosas que uno ni siquiera se cuestiona en el día a día. Otra recomendación es conversar con otras empresas B para saber que significa ser parte de esta comunidad, eso es algo que motiva y cuáles son los beneficios al conocer la experiencia de otros que están en caminos similares”.