La observación y el respeto por la naturaleza son partes esenciales de un concepto que cada vez atrae a más seguidores en el mundo. Una filosofía tan amplia que abarca diversos aspectos espirituales, conceptos arquitectónicos y agricultura.
El entendimiento de nuestro entorno y los procesos que están presentes en la naturaleza, han sido claves en el desarrollo de la agricultura desde el inicio de la civilización. Comprender los ciclos, el crecimiento de las plantas, y el comportamiento de los animales, nos permitió controlar la producción de alimentos y pasar de ser nómades a establecer pequeñas aldeas que se convirtieron en las grandes ciudades que vemos en la actualidad.
Lamentablemente, la visión de que la madre tierra nos podía proveer lo que necesitamos, se cambió por la lucha contra la naturaleza, donde lo importante era producir el máximo posible, descuidando el entorno y las consecuencias a futuro.
Es en medio de esta vorágine productiva que aparecen conceptos como la biodinámica, la agricultura orgánica y la permacultura. Este último un concepto que surgió a mediados de los 70 en Australia, por parte del biólogo Bill Mollison y su alumno David Holmgren quienes en 1978 publicarían ‘Permaculture One’ donde definieron permacultura como “el diseño consciente de paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza, mientras suministran alimento, fibras y energía abundantes para satisfacer las necesidades locales”.
Estas ideas darían lugar al primer Instituto de Permacultura en Tasmania, donde surgirían varias generaciones de permacultores, que extenderían estas ideas por el mundo.
Para Pedro Urzúa, profesor de Permacultura en Chile se abordan dos conceptos: «Es un sistema de diseño que nos entrega técnicas y estrategias para diseñar asentamientos humanos sostenibles. Pero al mismo tiempo, es un estilo y filosofía de vida».
Sobre su relación con la arquitectura señala: «Hay un modelo que se llama la flor de la Permacultura, (También de David Holmgren) quien presenta siete áreas de acción de la permacultura, donde uno de esos pétalos es la construcción. Ahí hay mucho de arquitectura bioclimática pero también el diseño del paisaje, se puede entender como un paisajismo».
De esta forma, se puede decir que la permacultura aborda más el paisajismo y la agricultura regenerativa está más relacionada a la producción de alimentos.
“El diseño es importante porque consiste en observar un lugar y los patrones naturales, cómo se expresa el sol, el viento, el suelo, y el agua en un lugar. Luego viene un proceso sobre qué elementos hay que ubicar en un sitio, acoplándose con los planes naturales de cada lugar, cosa de apoyar los ecosistemas del entorno” expresa Urzúa.
La Permacultura es una visión integral, donde se toma en cuenta cómo se relacionan los elementos entre sí. Entendiendo que en los ecosistemas unos seres benefician a otros, garantizando así su desarrollo, equilibrio y supervivencia.
Para Pedro Urzúa, uno de los aspectos más valorables de esta filosofía es la importancia que se le da a los aspectos emocionales de las personas: “Yo llevo 12 años metido en esto, y desde mi perspectiva, si bien es muy importante aprender a hacer huertas, y usar el espacio que tengan. Creo que como está nuestra sociedad actualmente, la permacultura también contempla el área de desarrollo humano que es previa a las huertas y previa al diseño de un sitio, porque la mayoría de la gente no alcanza a llegar a fin de mes y sufre problemas psicológicos muy grandes, que absorben el tiempo total. Por eso muchas veces incitar a que la gente tenga una huerta llega a ser soberbio. Por eso es muy importante tener en cuenta que la Permacultura tiene ese proceso en el que se toma en cuenta el proceso de sanación de las personas”.
Como podemos concluir, se trata de un concepto amplio, donde no solo el foco está en producir o construir diseños amigables con el medioambiente, sino entender el mundo de forma integral, y así cubrir las necesidades del presente, sin poner en riesgo el futuro.