En el marco del mes de los suelos, GreenNetwork presenta una entrevista exclusiva con el Dr. Juan Hirzel Campos, Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Talca, Magíster en Ciencias de la Universidad de Concepción y Doctor de la Universidad Politécnica de Madrid.
Actualmente, el Dr. Hirzel se desempeña como investigador en el Centro Regional de Investigación Quilamapu del INIA. Especializado en fertilidad de suelos y nutrición vegetal, su trayectoria incluye importantes proyectos como el desarrollo de un sistema integrado óptico-micrometeorológico para la evaluación de frutos y la anticipación de condiciones de estrés, así como la adaptación de métodos innovadores para incrementar la rentabilidad en la producción de arándanos y arroz en Chile.
Además, ha sido autor de publicaciones destacadas, como los libros Fertilización de Cultivos en Chile y Diagnóstico Nutricional y Principios de Fertilización en Frutales y Vides.
En esta conversación, hablamos sobre la importancia de la fertilidad del suelo, las prácticas sostenibles en fruticultura y la evolución del uso de productos químicos en la agricultura, así como los avances tecnológicos en el manejo agrícola.
Bienvenido, Juan. Primero, cuéntanos más de tí y en qué proyectos te estás desempeñando ahora.
Bueno, en la actualidad tengo alrededor de 30 años de ejercicio profesional, de los cuales los últimos 25 están dedicados a la investigación. He trabajado con bastante profundidad en el área de fruticultura, principalmente en el manejo nutricional de frutales. También me he especializado en el área de fertilidad de suelos, que es bastante amplia.
Cuando hablamos de fertilidad, el concepto es muy amplio. Es la capacidad de un suelo para hacer producir. Por lo tanto, todos los componentes que están asociados con la vida del suelo, con la interacción que tiene el suelo dentro de sus componentes físicos, químicos y biológicos con las plantas, están involucrados en esta fertilidad del suelo.
En cuanto a proyectos de investigación, tenemos varios financiados por fondos concursables, tanto del área general como también de la ciencia aplicada, y también proyectos financiados directamente por la empresa privada, en la medida que haya que desarrollar ciertas alternativas de manejo. No necesariamente son productos comerciales, sino conceptos de manejo que, obviamente, van a derivar en el uso de alguna molécula, formulado o estrategia de manejo a nivel de campo.
La fruticultura se ha transformado en un negocio muy importante en Chile. Cuéntame desde cuándo este sector empezó a preocuparse por los temas sustentables y el manejo responsable del suelo.
La verdad es que los conceptos de sustentabilidad o vida del suelo son bastante antiguos. Si tomamos libros, por ejemplo, del año 70, ya se mencionaban este tipo de conceptos. Se tocaban tópicos dentro de esos libros que estudiábamos en agronomía, los cuales hablaban del manejo integral, agricultura integrada, de las prácticas de conservación, del cuidado de la materia orgánica, de la importancia de las propiedades físicas, de la generación de compuestos húmicos dentro del suelo, de la actividad de biomasa benéfica dentro del suelo, etcétera. Pero esto tomó mucha importancia en los últimos veinte años.
Esto comienza a tomar importancia, no solo a través del avance del conocimiento del ser humano y del agricultor a nivel mundial, sino también de la aparición de nuevos problemas, dentro de ellos el efecto del cambio climático. Además, ha surgido la necesidad de ir avanzando en términos de utilización de productos cada vez más sanos y limpios, dejando atrás algunos productos de síntesis del grupo de los pesticidas cuyos estudios han demostrado que son nocivos para la vida en el planeta, y que afectan los ciclos de cadenas tróficas dentro del suelo. Así, hemos dejado atrás productos de etiqueta roja y etiqueta amarilla, evolucionando hacia productos de etiqueta verde y azul, para llegar a productos orgánicos y de cero residuos, amigables con el medioambiente.
En la medida que comenzamos a desarrollar este tipo de estrategias, también nos damos cuenta mediante evaluaciones objetivas y específicas, de que los suelos han ido aumentando su capacidad de dar vida. Es decir, cuando reducimos el uso de pesticidas e incorporamos estrategias de manejo sustentable, también aumenta la actividad biológica del suelo. Si la actividad biológica del suelo comienza a aumentar, se forman círculos virtuosos entre los microorganismos del suelo y las raíces de las plantas. Este círculo virtuoso permite que la raíz de la planta se desarrolle en un ambiente más sano y amigable, lo cual se acerca mucho más a su condición natural.
Por lo tanto, la planta, que tiene una memoria genética guardada desde cientos de años, reconoce esta condición cercana a su ambiente natural, donde no había ningún ser humano que la protegiera. En esas condiciones las plantas interactuaban con otras especies de plantas y también con la vida presente dentro del suelo. Si la vida presente dentro del suelo comienza a aumentar, la planta, en su memoria genética, se da cuenta de que las condiciones para su crecimiento son mucho más favorables. Así, la planta incrementa la eficiencia en el consumo de agua, oxígeno y nutrientes, además de aumentar su tolerancia a ciertos patógenos y su inducción de mecanismos de tolerancia o resistencia al ataque de patógenos (salud interna).
Desde este punto de vista, las plantas se enferman menos y son menos dependientes de los pesticidas clásicos.
Comienza a establecerse un manejo integral en el cual el profesional del agro o el productor desarrolla varias técnicas productivas que permiten aumentar la capacidad de captura de luz, capturar CO2, aumentar la eficiencia de consumo de agua y de oxígeno desde el suelo, y lograr una nutrición equilibrada. Cuando hablamos de nutrición equilibrada, nos referimos a cantidades acordes a su tasa de crecimiento y potencial productivo, evitando la generación de excesos nutricionales que generan desequilibrios, posibles toxicidades y también condiciones de salinidad que reducen la capacidad de consumo de agua, reduciendo a su vez el intercambio gaseoso, la fotosíntesis y la producción. Lamentablemente este abuso de dosis de fertilización ha ocurrido en varios lugares del mundo y también en Chile. El problema se genera cuando no se entiende correctamente el sistema suelo-planta-atmósfera y el funcionamiento interactivo entre la planta y el suelo, y se trata de modelar matemáticamente el sistema de nutrición de las plantas, exacerbando las necesidades reales y generando excesos, que en muchos casos han traído consecuencias negativas al ambiente, sobre todo cuando se ha abusado del nitrógeno y del fósforo en sistemas extensivos de cultivos, y en el caso de la fruticultura abusos de nitrógeno y potasio.
Por mencionar algún ejemplo, un exceso de nitrógeno en el sistema suelo genera una mayor absorción de este nutriente por la planta, favoreciendo su desarrollo vegetativo, disminuye la intercepción de luz dentro del árbol, y la inducción floral, afectando negativamente el rendimiento. Por otra parte, el exceso de nitrógeno dentro de los árboles afecta negativamente la calidad de la fruta, disminuyendo atributos de calidad como color, acumulación de azúcares y ácidos orgánicos, y aumentó el riesgo de síntesis de etileno que afecta negativamente la calidad de postcosecha. En el caso del potasio, algunos profesionales han abusado de la dosis de este elemento, lo cual ha generado deficiencia inducida de magnesio en muchos casos, lo cual reduce capacidad fotosintética de la planta, menor producción, y en algunos casos fruta de menor firmeza (menor metabolismo secundario dentro del fruto).
Entonces, para entender todo esto, hay que conocer y entender un poco más de agronomía básica, integrando conceptos, ciclos e interacciones entre nutrición carbonada, nutrición hídrica, nutrición de oxígeno y de elementos inorgánicos. La actividad agrícola, si bien es social, también es económica. A medida que esto sea rentable, se genera un círculo virtuoso en toda la cadena productiva y en la agregación de valor.
¿Cómo inciden los avances tecnológicos?
Bueno, en las últimas dos décadas, ha habido un avance considerable en el estudio de la física del suelo, donde en Chile son líderes la Universidad de Chile, y también la Universidad Austral en la zona sur de nuestro país. La microbiología del suelo está avanzando gracias al desarrollo de técnicas de medición, lo cual permite evaluar la salud del suelo. Cuando todo esto va interactuando, se incrementa la capacidad del suelo para producir, es decir, aumenta su fertilidad.
Nos hemos dado cuenta de que utilizando menores cantidades de nutrientes químicos y menores dosis de fertilizantes, hemos logrado los mismos objetivos o incluso incrementado la productividad y la calidad de la fruta producida.
Existen muchos avances en distintas líneas tecnológicas y centros de investigación, siendo las universidades las que lideran esta especialidad, así como el INIA de Chile, donde hay un desarrollo notable en fruticultura.
Arroz y Cerezo, situación actual
En la zona en que estás, la Región del Ñuble están los cultivos de arroz. Cuéntame algún tip o consejo para los productores en esta etapa del año sobre cómo deberían preocuparse del suelo.
En el caso del arroz, la superficie cultivada en Chile fluctúa entre veinticinco mil y cuarenta mil hectáreas, lo cual depende de la disponibilidad de agua embalsada, es decir, de la seguridad de riego y del precio del producto. En la última temporada, el precio fue bastante bueno, por lo tanto, hay una alta intención de siembra del cultivo.
Dado que el cultivo de arroz tiene la particularidad de tener un tiempo cronológico limitado, porque realiza su etapa vegetativa con temperaturas crecientes y la etapa reproductiva con días que se comienzan a acortar y temperaturas que empiezan a descender, esto puede afectar la normal madurez del grano. Se deben emplear variedades más precoces, para lo cual el INIA está desarrollando este tipo de variedades, que han contribuido a reducir el ciclo de desarrollo del cultivo entre siete y diez días, lo cual es una gran ayuda, y también permite mantener o incrementar el rendimiento y hacer mucho más eficiente toda esta cadena de producción que implica balances de carbono y balances de agua.
¿Y algún consejo para el productor de cerezas?
En el caso del cultivo de cerezo, en Chile hay unas setenta mil hectáreas, de acuerdo a los últimos catastros, y dominan tres variedades: Lapins, Santina y Regina. La mayoría de los productores suelen contar con dos de estas tres variedades o con las tres. El problema actual es que esta primavera ha presentado eventos de pluviometría que, aunque sean pequeños, generan un ambiente de humedad relativa que favorece el desarrollo de patógenos como hongos y bacterias, y en el caso del cerezo, la Pseudomona.
Por lo tanto, el productor debe estar especialmente atento a estas condiciones y realizar aplicaciones preventivas para evitar problemas de patógenos. Una vez que el fruto comienza a formar los brotes, también debemos preocuparnos del control de la Drosophila suzukii, que debe ser manejada con aplicaciones preventivas para evitar cualquier tipo de contaminación.
Cuando hablamos de cerezos, no solo se trata de kilos, sino del calibre. La ecuación de producción debe combinar un nivel adecuado de rendimiento con la maximización de calibres. Por lo tanto, es crucial manejar adecuadamente la luz, la carga, la ventilación y el equilibrio del agua y los nutrientes que controlan el vigor, como, por ejemplo, el nitrógeno y el calcio. Estos pueden conferir y controlar el vigor de las plantas. En huertos adultos, es importante mantener un control del vigor con herramientas naturales. Esto es relevante porque en algunos casos se han utilizado productos que inhiben hormonas de crecimiento, lo que puede controlar el vigor, pero trae consecuencias a mediano plazo. En cambio, al manejar el vigor con herramientas naturales — a través de una nutrición hídrica equilibrada y la nutrición nitrogenada y cálcica — el árbol se mantiene sano y longevo durante muchos años.