Se trata de Koroneikids, el primer aceite de oliva extra virgen del país orientado al segmento infantil, comercializado por la empresa familiar campesina Alma del Huasco, de la Región de Atacama, producido con la variedad Koroneiki de origen griego.
El emprendimiento agrícola lleva tres generaciones produciendo aceitunas y aceites de oliva en la zona, principalmente de las variedades Sevillana y Manzanilla, además de Frantoio y Arbequina, en un terreno de 5,4 hectáreas con certificación orgánica. Quien comenzó con esta tradición fue el olivicultor Ibar Villalobos Carmona, de quien sus hijos y nietos heredaron el amor por la tierra y hoy continúan sus pasos.
La marca Alma del Huasco surgió formalmente en 2018. En la parte administrativa trabaja Luisa Villalobos con su marido, Gabriel Castillo, y en las labores de campo, su hija Carmen Castillo y su yerno Álex Gajardo. La familia, usuaria del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), cuenta con una pequeña almazara (lugar donde se hace el aceite de oliva) donde cada año convierte en aceite (6 mil litros) más de 60 toneladas de frutos, propios y de terceros.
Los reconocimientos para la familia llegaron rápido, gracias a la calidad de su producción. El mismo 2018 fueron distinguidos como Empresa Revelación por la Guía Oliva y su variedad Sevillana quedó en el Top Ten. Este aceite tiene el Sello de Denominación de Origen del Valle de Huasco otorgado por INAPI, por su sistema de cultivo y producción tradicional y “su carácter único, expresado en su alto contenido de ácido oleico y polifenoles”.
“Este hito nos marcó y nos motivó a seguir creciendo y elaborando productos de calidad”, afirma Carmen Castillo, ingeniera agrónoma, quien lidera la empresa y forma parte de la nueva generación de olivicultores de Atacama, que tienen un marcado sello de respeto por el medioambiente y la convicción de impulsar una agricultura limpia.
¿Cómo surgió el aceite para niños?
Con la idea de innovar, comenta Carmen, fue que nació Koroneikids. Todo partió con una cata que hicieron junto a su asesor de INDAP, Jorge Astudillo, a la variedad Koroneiki. “Él describió el aceite como fresco, de frutado medio, con un equilibrado amargo y picante, con notas de hierba recién cortada, rúcula y flor de manzanilla”.
“La verdad es que no lo pensamos mucho y en un juego de palabras que surgió entre el asesor y la familia surgió Koroneikids, pensando en un producto especial para niños, como mi hija Alma (5), que fuera un aporte para su nutrición y salud y que además naciera desde la agricultura familiar, desde el campo”, agrega la olivicultora.
Definido eso, Carmen se ocupó de completar el proyecto y así fue como se contactó con el ilustrador Max Feito, “para que conceptualizara una etiqueta con un toque infantil que hablara de la conexión con la naturaleza, acercando un producto saludable a los niños». Y esa es la etiqueta con el dibujo de la cosecha y el gato dormilón.
“Lo que queremos con este producto de edición limitada es que les haga sentido a los menores, que se lo apropien, lo busquen e identifiquen como algo que les hace bien para crecer sanos, ya que el aceite extra virgen del Huasco tiene gran cantidad de antioxidantes y colesterol bueno (HDL), lo que le confiere cualidades nutricionales y saludables, así como aspectos sensoriales importantes».
La directora de INDAP Atacama, Paola Torres, valoró esta apuesta por la innovación de Alma del Huasco: «Un gran porcentaje de los alimentos que consumimos diariamente en nuestros hogares es fruto del trabajo diario de los agricultores familiares y por eso estamos contentos de ver nacer este producto pensado para niños, que posee un alto contenido nutricional. Como servicio, queremos seguir aportando a dar más seguridad alimentaria a la comunidad a través de nuestros programas e instrumentos».
Carmen Castillo afirma que como empresa campesina tienen como norte dar valor a la producción olivícola de Atacama. “Eso significa desarrollar productos de alta calidad en este pequeño territorio, que es una de las últimas fronteras verdes en el norte de Chile, donde tenemos un paisaje que abraza los sabores locales, donde están nuestras raíces, y que debe ser protegido y preservado de forma sostenible y sustentable».