Investigadores Chilenos están intentando determinar el enorme potencial que tienen las algas marinas, las que podrían retener grandes cantidades de carbono, contribuyendo a detener el calentamiento global y al mismo tiempo generando productos que podrían entregar valiosos nutrientes a la Agricultura.
Desde que se comenzó a hablar del cambio climático, nuestra mirada para convertir el dióxido de carbono en oxígeno se basa en pensar en enormes bosques y el llamado pulmón verde del mundo el Amazonas.
Hoy estos bosques son de suma importancia para controlar el aumento de las temperaturas en el mundo. Sin embargo, investigadores han descubierto que existe un ecosistema que podría retener mayores cantidades de dióxido de carbono y donde Chile tiene un potencial enorme. Se trata de las algas marinas, que pueden retener grandes cantidades del llamado Carbono Azul.
En Chile se trabaja actualmente en el primer proyecto de Carbono Azul, que corresponde a una iniciativa impulsada por Anglo American, desarrollada por la Fundación Chile en colaboración con el Centro de Innovación Acuícola AquaPacífico y la Universidad Andrés Bello.
Pero ¿Qué es el Carbono Azul? Es el carbono que retienen ecosistemas costeros y marinos, que pueden ser manglares, marismas, praderas de pastos marinos, bosques de macroalgas, entre otros. Se trata del carbono que se encuentra como biomasa en estos ecosistemas y a la vez enterrado en los sedimentos. Una de las oportunidades relevantes que ofrece hoy el Carbono Azul “es el secuestro de carbono que realizan estos ecosistemas, es decir, que lo almacenan a largo plazo, esto en escalas temporales climáticamente significativas por cientos de años o más”, explica Octavia Barra, especialista en algas de Fundación Chile.
“Uno de los principales desafíos de los proyectos de Carbono Azul, es demostrar el secuestro de carbono, mediante la metodología que se determine se debe establecer que hay un secuestro de carbono por ciento o más años, ese es el gran desafío”, aclara Cristóbal Girardi, líder del proyecto de Carbono Azul de Fundación Chile.
Las iniciativas de carbono azul pueden ser de distinto tipo, están las de conservación o protección de estos ecosistemas, las de rehabilitación o repoblamiento, o como en este caso, las de cultivo de algas.
El proyecto que se está realizando actualmente en Chile de forma inédita, se trata del desarrollo de un cultivo de macroalgas que permite la recuperación y rehabilitación de un ecosistema marino para absorber emisiones de carbono, el cual se lleva a cabo en la Región de Atacama, en la zona de Bahía Inglesa.
El potencial que representa para nuestro país este proyecto, es que “Chile por nuestra extensa costa y por la calidad de aguas asociadas a la corriente de Humboldt, rica en oxígeno, es un medio que favorece la generación de vida, tiene un tremendo potencial para el desarrollo de estas iniciativas. Tenemos mucha costa, ecosistemas de algas, muchas praderas naturales de algas y también mucho conocimiento respecto del cultivo de éstas que favorecen la ejecución de este tipo de proyectos. También, es muy interesante como contribuyen estas iniciativas no solo, en este caso, a la compensación de emisiones por parte de Anglo American, sino que estas iniciativas buscan tener un triple impacto: ambiental, social y económico”, expresa Cristóbal Girardi.
El líder del proyecto añade: “El impacto ambiental tiene que ver con la captura de Dióxido de Carbono desde la atmósfera, pero también con la rehabilitación de los ecosistemas marinos. Cultivar algas genera un nuevo hábitat en el cual pueden promover el desarrollo de otras especies que utilizarán las algas como matriz para desarrollar su ciclo de vida. También puede tener un impacto económico y social bastante importante, pensando que las comunidades pesqueras y costeras de nuestro país, en general, son bastante vulnerables y esto puede representar una alternativa nueva para potenciar el desarrollo, la economía local y contribuir al bienestar de estas poblaciones”.
Etapas del proyecto
En este proyecto de Carbono Azul se está trabajando con Macrocystis Pyrifera, más conocida como Huiro, el cual se trabaja en tres etapas:
La primera fase de laboratorio, realizada en octubre de 2023, consistió en la generación de las plántulas, que luego de algunos días son plantadas en el océano.
Luego, la primera semana de noviembre de 2023 comenzó la segunda etapa, con la plantación de las algas en el mar y la estimación del carbono en los fondos marinos.
Por estos días, se lleva a cabo la tercera etapa en la cual se realizará la primera cosecha de la parte superior de las algas, lo que permitirá determinar el nivel de CO2 que la plantación es capaz de absorber.
La aproximación que está desarrollando Fundación Chile, considera el cultivo de macroalgas para generar biomasa, es decir, generar praderas artificiales de algas que serán cosechadas parcialmente, para aproximar la estimación del carbono secuestrado mediante dos vías:
La primera, es mediante la cosecha donde se extraerán las frondas y el 70% del alga queda en el mar. La biomasa cosechada, se secará y someterá a pirolisis, para determinar mediante la generación de un biocarbón cuánto carbono se capturó dentro de éste. “Sabiendo cuánto es la biomasa que se cosechó originalmente y cuánto quedó en él después de la pirolisis, se puede estimar cuánto carbono fue capturado. Y después, mediante la aplicación de este bioproducto, para mejorar la calidad de los suelos que se puede utilizar en la agricultura o como un producto en la remediación de sitios contaminados, dada su capacidad de absorber contaminantes orgánicos o estabilizar estos sitios, la idea es pasar el carbono capturado al ambiente terrestre y estimar mediante su aplicación cuánto tiempo quedaría capturado en un ecosistema terrestre”, indicó Cristóbal.
La otra vía, es ver que ocurre en los sedimentos bajo el área de cultivo, estos sedimentos tienen una cantidad de carbono basal previo a la instalación del cultivo y “queremos ver como la presencia del cultivo incrementa este carbono basal, que proviene del cultivo mismo. Este carbono puede venir del mismo desprendimiento de las algas que llegan al fondo y en los sedimentos queda capturado el carbono por un tiempo que debemos estimar. Son esas dos aproximaciones: la generación de un bioproducto y el estudio de qué pasa en el sedimento bajo la zona de cultivo para estimar cuál es la cantidad de carbono que ha sido secuestrado por este cultivo de algas”, explicó Cristóbal Girardi.
El líder de proyecto, también señala: “No descartamos la generación de un bioestimulante, para el que no se requiere la pirolisis, sino que es un proceso más simple, donde el alga se cosecha y es utilizada como abono o fertilizante para el suelo”.
Relación del Carbono Azul con la sostenibilidad
Esta iniciativa de triple impacto, genera beneficios en la dimensión ambiental, económica y social. En la ambiental, el rol ecológico de las algas es fundamental y va más allá de la captura y almacenamiento de carbono, funcionan como base estructuradora del ecosistema, son productoras primarias, por lo tanto, componentes clave en la red trófica, también otorgan refugio, son un lugar de desove de muchas especies, entonces para el ecosistema en general, es un tremendo aporte. Son especies que mitigan la polución, ya que participan de los ciclos biogeoquímicos del fósforo y nitrógeno, además del ciclo del carbono, e incluso son capaces de retener metales contaminantes, según explica Octavia Barra, especialista en algas.
Por su parte, Cristóbal Girardi, señala que “esta aproximación permite bajar la presión extractiva de las algas, que en la zona norte ha generado una depredación tremenda de las praderas naturales y mediante el cultivo de las algas se permitiría que esos cultivos puedan reponerse. Es importante señalar, que, para hablar de Carbono Azul, tienes que demostrar que el impacto no es solo ambiental, sino que también, estás generando un impacto positivo para las comunidades y el desarrollo de una nueva actividad económica que puede contribuir al bienestar. El cultivo de estas algas va a permitir no solo generar un bioproducto, sino que también estas comunidades costeras son las llamadas a llevar a cabo los cultivos y asociarse con estas empresas que van a necesitar compensar emisiones y de esa manera puede convertirse en una actividad muy atractiva para estas comunidades. Este tipo de cultivo también generará el incremento de otras especies de interés comercial, ya que las algas crearán un ambiente que va a permitir que más peces y moluscos se desarrollen”, concluyó.